lunes, 25 de noviembre de 2013

Vaginas locas

-En realidad no está tan mal esto de tu retiro -masculló mientras encendía un cigarro-, ahora vuelves a hacer cosas de amigos con los chicos y tal.


-Si -asentí-, no hay nada que me haga tan feliz como nuestra fálica camaradería. He encontrado la felicidad.


-Deja el cinismo conmigo, capullo, o acabarás poniéndome cerdo a mi también. Por cierto, ¿sabes a quién vi el otro día?


-La pregunta correcta habría sido: ¿Quieres saber a quién vi el otro día? -le interrumpí-, me da igual, claro que se a quien viste el otro día, a cualquiera de ellas. Todas son la misma con distinto nombre, ¿Cómo era ese dicho? "El mismo perro con distinto collar"


-Sabes que eso no es justo -se quejó-, eso no es justo, esa rubia parecía preocupada. Lo cierto es que la invité a un café, pero no paró de hablar de ti. Me preguntó si te habías encerrado a escribir o algo así. ¿No te habrá molestado que la invitara a un café, verdad? Está buenísima.


-Puedes quedártelas todas. Y sí, seguramente estaba tan preocupada como lo está la cantautora, o como lo está la reencarnación de la "Matahari" o como lo está esa chica Indie que tanto te gusta, o como cualquier otra de ellas. Tan preocupadas por sentirse especiales. Tan preocupadas de hacer sonar mi puto teléfono todo el día.


-Deberías estar agradecido, joder, y esto te lo digo en serio. Son personas, no es que me importe especialmente, sabes que me considero la única persona cuya vida es importante mantener a salvo en el mundo. Es solo que no todos tenemos un ejército de vaginas locas reclamando que movamos la cola un rato, y el hecho de que desprecies algo así resulta un poco ofensivo.


-Te lo repito, puedes quedarte todo eso. Recuerda lo que te enseñé, ponlo en práctica, no se, a ti no te va mal, has sido un buen alumno, de hecho podrías haberme superado en ciertas áreas, ya no hay nada que te pueda enseñar porque yo mismo estoy aprendiendo. Estoy en un gran salón oscuro que está completamente lleno de cosas carísimas y muy frágiles, y yo solo puedo tantear, palpar a ciegas para adivinar su disposición y cómo debo moverme en él. Quizás algún día, seas tú el que entre ahí, y te vendrá bien que te de algunos consejos...si es que no acabo con toda la cubertería.


-No entraré ahí ni amarrado. Vaya meses me llevas dado, eres como mi novia, una novia que ni siquiera me la chupa, ¡Dame un besito al menos! -bromeó-, ¡Solo un besito!


-Gracias. Se que lo tenemos prohibído, pero Gracias.


-Oye, ese libro que estás escribiendo ¿tiene escenas de sexo?


-Claro.


-De acuerdo, esto es lo que haremos. Yo sigo aguantando tu etapa boyscout, seguiré soportando los viajecitos a la sierra, seguiré soportando las salidas a pescar, seguiré soportando que me hables de ese maldito asunto, pero a cambio, tú me sacas en tu libro. Una escena de sexo, de sexo cerdo y fetichista, ¿De acuerdo?


-Cómo podría negarme. Te prometo que lo haré.


-No lo dudo. Y ahora en serio, ve pensando en poner solución a esto, me gusta mucho la rubia, y lo de que estaba preocupada es verdad, es una buena chica, llámala. Se que estás bien así, pero piensa en ello como en una inversión, no van a estar ahí detrás eternamente, haz algo ya, finge, no sería la primera vez, tu me lo enseñaste.


-Te enseñé que fingieras ciertas cosas para alcanzar tu objetivo. Mi problema es que tendría que fingir toda la vida, y se que en algún momento tendré que ceder, no me voy a pasar la vida solo. Lo que ocurre es que simplemente no me apetece mentirme y mentirles, darles todas esas cosas que esperan de mi, cuando en realidad, en mi mente solo está ella. No puedo lanzarme a eso, a vivir una mentira las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, estoy bien así, de verdad.


-Eso es una gilipollez, tener que fingir toda la vida....solo necesitas un buen revolcón.


-Sería un revolcón incómodo, sería un engaño múltiple, estaría engañando incluso a las estrellas. No puedo engañarme de esa forma en este asunto. Se que tendré que hacerlo, y por supuesto que estoy convencido de que es a ella a quien tendré en mente toda la vida. Lo sé por cómo se estremece cada nervio de mi cuerpo con solo intuir su silueta en la distancia. Lo sé por cómo vibra cada átomo de mi estructura ante el sonido de su voz, por el aguijoneo de adentro hacia afuera conforme me acerco a ella, porque en ese instante soy un miserable alfiler atraído hacia un potente imán. Una atracción irreprimible. Por todo eso y mucho más, se que nunca se marchará del todo.


-En fin, lo que tu digas, ¿A qué hora quedamos entonces mañana para ir a pescar...?