sábado, 28 de septiembre de 2013

Autorretrato

Había recorrido casi mil Kilómetros en dos días. Había recorrido casi mil Kilómetros sin dormir apenas unas horas y sin hablar con nadie. Había recorrido casi mil Kilómetros en solo dos días y no había conseguido acercarse a ese momento de reflexión que le mostrara qué debía hacer ni un solo centímetro.
Había recorrido casi mil Kilómetros en solo dos días y sentía que no se había alejado un solo milímetro de aquello que le aterrorizaba, así que se encontró asustado, sentado en el suelo de una oscura habitación, con el estómago ardiendo, los puños gastados y la lengua en huelga.

A través de la persiana de esa solitaria habitación intentaban colarse clandestinamente unos rayos de luz provenientes del exterior, unos huéspedes que no eran bien recibidos allí.
Había recorrido mil Kilómetros en solo dos días, se había despojado de cualquier cosa que pudiera contribuir a una reminiscencia de esa terrible ruptura, y seguía sintiéndose fatal, seguía atascado en aquella tarde, seguía sentado, con la cabeza entre las manos y la frente apoyada en las rodillas, seguía allí sentado, junto a su portal, intentando explicarse.
Los parámetros destinados por el hombre a medir la distancia no le resultaban útiles en ese momento, el movimiento ya no era una cuestión de física, de hecho las leyes de esta se habían alzado en una revolución que le empujaba más y más al exilio, a la huida.

Casi mil Kilómetros y aún está encadenado a la incoherente vomitona que sustituye cualquier explicación lógica que intenta emitir, sigue gritando su amor en un idioma no compatible con el código del destinatario, y es desesperante, es ser invisible, es ser mudo, es la incomprensión, el rechazo y la crueldad con uno mismo más grande que un hombre puede propinarse.
Quizás nunca se alejara lo suficiente, quizás ya era demasiado tarde, había sido infectado y ahora, a lo largo de su vida, toda acción que ocurriese, todo episodio, todo sentimiento, lo mediría en comparación con los que le brindó ella.
Ella sería el reflejo que siempre estaría ahí, sería la medida estándar con la que mediría cada nuevo beso,. cada nueva risa, cada nuevo día, cada nueva mirada, y nada sería suficientemente bueno. Nunca nada tendría sentido, porque simplemente, no sería suficiente.
A lo mejor no podía huir, a lo mejor no funcionaba esa estrategia porque al final y después de todo, de quién trataba de huir era de él mismo.
Quizás es lo que había estado haciendo toda la vida, huir de lo que es, de lo que ha sido, evitar lo que será.

Ha cometido errores mucho antes, de hecho cree que su origen es el error, eso explicaría muchas cosas, quizás solo era un error existencial, una anomalía, quizás solo sería una interferencia puntual en la historia de la humanidad, y si era así, qué más daba lo que sintiese o lo que le pasara, era un huésped no registrado, clandestino, no precocupaba a nadie, ni siquiera a él mismo.
Pero nada era comparable a esto, porque ahora si que le interesaba respirar, le había interesado por primera vez, había dejado de dirigir su afilada mirada hasta sus delgadas muñecas noche tras noche, había dejado de encontrarse soñando con un trágico final que le brindara paz.

Mientra está sentado en el suelo de esa oscura habitación después de haber recorrido casi mil Kilómetros en solo dos días, siente que la puerta de la habitación lo mantiene alejado de un mundo lleno de colores que lo saturan, de voces que le atosigan y de moléculas de oxigeno despechadas porque las sustituyó por sus miradas como método de supervivencia principal.
De repente, sus ojos son invadidos por una ráfaga cruel de luz del mundo exterior que le hace arder la mente y se protege la cara con el antebrazo y espera. Tras unos pasos la puerta se cierra y vuelve la oscuridad.

—¿Qué tal vas, pequeño? —preguntó esa voz que no le era del todo desconocida—, tienes una pinta asquerosa, ¿Qué tal si afeitas, te duchas y haces esas cosas que hace la gente normal?

—Muérete.

—Uhhh eres un chico realmente duro —se mofa el alama portadora de esa voz que aún permanece de pie, a su lado—, por un momento has conseguido asustarme, princesa.

—¿Qué cojones quieres? —protesta—. Lárgate de una vez, ya te dije que quería estar solo.

—Me aburres —contestó acompañándolo de un efusivo pisotón justo al lado de la mano del chico—, eres aburrido como un mono. ¡Joder!, si lo se, no vengo. Creía que veníamos a desintoxicarte, a joder con todas esas putas, ¿viste como te miraba anoche aquella tía que se ofreció a enseñarnos los locales más divertidos de la ciudad? Y tu allí mirando al suelo, como si hubieras perdido algo, debió pensar que eres un puto marica, ¡joder! debió pensar que somos una pareja de maricones o algo así.

—No te pedí que vinieras. No te soporto, solo quiero que me dejes solo, quiero estar solo, quiero estar tranquilo, ¿tan difícil de entender es? ¿Es que no puedes irte por ahí a joder a otro?. En serio —añadió levantándose y lanzando de una manera convulsa todo lo que tenía a su alcance— ¡Llévatelo todo! ¡Llévate toda esta mierda jodido imbécil! ¡Nunca te he pedido nada! ¡Déjame de una puta vez! ¡Déjame sin nada, pero déjame! ¡Lárgate!

De repente la habitación se volvió pueblo arrasado por huracán. Miles de trozos de cristal rebotaban por las paredes, los cuadros caían al suelo, se estrellaban contra cualquier superficie pronunciada. Se estaba deshaciendo de todo, se arranacaba la ropa, se arrancaba las lágrimas y los gritos, golpeaba el suelo de rodillas, como queriendo echar abajo el universo.
Unos diez minutos después, agotado, cayó de bruces exhausto sobre su obra Magna, y respiraba con dificultad, con la cabeza pegada al suelo.

—Eso es —insistió la voz de aquél personaje—, me encanta cuando te pones dramático. Ahora, ¿por qué no escribes algún poemita o cuento de maricas de esos que tanto te gustan? ¿No crees que estamos justo en ese punto? adelante.

El joven emite un sonido que el suelo, a unos centímetros de su boca apaga.

—¿Cómo has dicho? ¿Me estabas insultando? ¡Muy bien Peggy sue!, empiezas a ponerme cachondo, quizás el viernes te lleve al baile y más tarde, de madrugada, te folle en el granero.

—Jódete —contestó ahora de forma audible y con una sonrisa en los labios ensangrentados—, vas a joderte.

—No, no me has entendido, hablaba de darte por tu precioso culito el viernes por la noche, ¿te hace, pequeña Cindy? Bueno ahora en serio —añadió cambiando a un tono mucho más grave—, déjate de mierdas, salgamos de aquí. El ritual ha terminado, Satán te adora. Ya hemos conducido bajo la lluvia, ya nos hemos inflado de venenos, ya hemos desayunado cuchillas de afeitar, ya me has gritado, me has echado la culpa, así que ya deberías sentirte mejor, ¿no es así? En serio, volvamos, llama a cualquiera de ellas, date una alegría, vayamos hasta allí y sumerjámonos en la depravación con alguna de ellas, la más cerda, vamos a ponernos bien cerdo, y luego podrás irte a casa y correrte sobre cualquier folio en blanco y al menos volveremos a tener algo de pasta, verás como todo vuelve a la normalidad.

—Fuera de aquí. No quiero volver a verte.

De repente la oscuridad se hizo mucho más profunda y la confusión se impuso sobre todas las cosas pertenecientes a la realidad. Todo se volvió distorsionado, y de repente un terror muy profundo recorrió todas las extremidades del chico, y este quería levantarse y huir pero no veía nada. Sonaban golpes en la puerta y él intentaba golpear al dueño de aquella voz hostigadora, pero solo lograba golpear el aire, y la lámpara, y a veces las paredes, y se escuchaban golpes en la puerta de la calle, pero casi no podía distinguirlos entre las carcajadas de aquella cosa tan familiar. 
Carcajadas y golpes. "Me las vas a pagar.JAJAJAJA.Teníamos un acuerdoJAJAJAJAJA¿Me escuchas?JAJAJAJAJA
Y como no veía nada, se fue guiando por el oído y caminó hacia el baño a tientas, hacia la fuente de aquél sonido estridente, de aquella risa de hiena, y en un golpe de suerte palpó el interruptor de la luz en la pared del baño y lo accionó.
Un súbito terror recorrió su espina dorsal cuando se encontró frente a frente con el agresor, los primeros segundos se quedó paralizado, mirando con gravedad la sonriente expresión que portaba aquél demonio que le hacía imposible su existencia, acto seguido le lanzó un puñetazo con todas sus fuerzas.



Rompió el espejo en mil pedazos.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Depende del cristal con el que miras (¿Redención?)

Como cada mañana, las voces de aquellas mujeres rebotaban contra las paredes del patio interior al que daba la ventana de su habitación, y finalmente acababan entrando por esta para despertarle como si fueran un indiscreto y suave susurro.
Por mucho que minutos después, cuando alcanzaba la lucidez, cuando despertaba del todo y salía del agradable sopor del sueño las odiara, tenía que reconocer que despertar con esos suaves murmullos, con esas voces reverberadas, se había convertido en una parte de la rutina que no le importaría conservar indefinidamente.

Algunas mañanas, cuando salir de la cama e introducirse en el convulso mundo real resultaba un extenuante esfuerzo para la fuerza de voluntad, se quedaba allí tendido sobre las sábanas.
El aire fresco de la mañana pasaba sobre su agotado cuerpo, refrescándolo, como regalándole una suave y fresca caricia que le reanimaba, que de alguna manera conseguía hacerle sentir bien, le hacía sentir en comunión con el universo, aceptado en el cosmos.
Durante ese breve instante, la banda sonora para el sagrado ritual matutino eran esas voces anónimas, esos susurros siempre quedos, esas conversaciones siempre atenuadas por la arquitectura del edificio.

"Siempre tienen algo que decir", se sorprendía pensando al oírlas, y es que realmente siempre encontraban un tema del que hablar, siempre tenían una opinión que ofrecer para todo tipo de asuntos, como si en realidad su única función fuera sonar, interpretar suaves conciertos orquestales cada mañana sólo para él.
En el fondo de su corazón se sentía agradecido, y si no fuera porque este había sido guardado bajo siete candados y lanzado al fondo del mar hace mucho tiempo, podría haber roto a llorar mientras era recibido por aquella brisa que arrastraba las cálidas melodías que entonaban esas voces de desconocidas conversadoras errantes. Habría roto a llorar ante la idea de que realmente, por muy jodido que todo estuviera, aunque hubiera perdido el eje central de su existencia, aquello que daba sentido a su vida, en realidad aún había pequeños alivios que se reproducían día tras día, ante la idea de que nunca nada permanece inmutable, que cada mañana era una nueva mañana que lo recibía con nuevas historias exclusivas para él, que no estaba completamente solo y abandonado a su suerte en el vasto universo.

Aunque no lo pudiera ver en un principio, aunque fuera realmente complicado para él sacarse la cabeza del culo y recibir con los brazos abiertos aquellas pequeñas cosas que la existencia decidía brindarle por alguna extraña razón, cada mañana se ponían en marcha por el milagro del azar una multitud de engranajes para llenar los sentidos de aquellos que no están cerrados a la vida, de un maravilloso espectáculo de cosas únicas, como es única cada respiración, como siempre seguirá siendo ella: única, haga lo que haga y esté donde esté.
Siempre hay algo, solo se trata de abrir las conexiones necesarias, solo se trata de no inundarse los ojos con la oscuridad que habita en el pozo en el que caes.
Él no lo sabía, pero quizás esas voces matinales le habían ido cambiando algo por dentro muy poco a poco. Quizás esas voces le habían salvado en más de una ocasión de tomar el camino más rápido. Quizás esas voces le habían mantenido alejado de la afilada cuchilla de afeitar, de las tentadoras tabletas de pastillas para dormir, e incluso de otros métodos menos limpios.

Ese mundano y a la vez espectacular ritual se repetía cada mañana sin excepción, era exclusivo para él.
Se repetía cada mañana a modo de impulso insensibilizador, de masaje de preparación, que le brindaba cierta inmunidad a las heridas que le producía el hormigonado día a día sin ella, el helado día a día sin él, el insípido día a día con todo aquello pesando sobre sus hombros, y él, ni siquiera se había dado cuenta.
Nunca se había dado cuenta de nada, porque vivía deprisa, y a pesar de que las cosas nunca habían sido fáciles, estaba acostumbrado a tomar lo que quería, cuando quería y del modo que quería, y cuando algo se salía de ese molde, el daño era brutal. Nunca se daba cuenta de absolutamente nada...y a la vez, creía ser inundado por todo, desbordado, vivía las cosas con muchísima intensidad, con pasión, con verdad, eso sí, tenía que ser algo que de verdad le provocara un movimiento en sus entrañas, el resto de cosas vacías no le hacían inmutarse.

Lo importante de todo esto es que esa mañana una vez más, puntuales como siempre, todos esos factores habían regresado solo para él, y cada vez se volvía más consciente y se sentía más arropado, sentía su gran dolor mucho más amortiguado, se sentía esperado, se sentía especial, y quizás, ¿Por qué no? Si había estado siendo abrigado por estos pequeños placeres sin casi percibirlos, podría haber más ahí fuera, pequeñas delicias que solo estaban esperando a que llegara su momento para poder entrar, esperaban a que él les brindase esa oportunidad.

Quizás solo se trate de abrir los ojos, de abrir la mente, de abrir los brazos, recibir y aceptar.
Quizás durante las épocas más oscuras, un hombre debe pararse un momento en el camino, tomar una perspectiva verdaderamente útil y preguntarse ¿Existe algo que pueda hacerme sentir bien? ¿Existe algo que al menos consiga hacer de mi vida sin ti, un lugar habitable?
¿Qué tipo de melodía debería percibir alguien para mantener el deseo de seguir existiendo en épocas turbulentas? ¿Qué tipo de historia necesitaría leer un alma rota para recuperar al menos un poco de su luz?

Y sumido en estas preguntas, él se levantó de la cama, se vistió y aseó, y salío a la deslumbrante luz del día con su fiel compañero canino y su bloc y su bolígrafo, y también con aquellas melodías mañaneras sonando en su cabeza como interpretadas por un coro de Gospel, y decidió que ya sabía qué necesitaría leer para sentirse algo mejor, así que se puso a ello, allí, solitario, en aquél lugar, en el epicentro del dolor, en la zona cero.

Tras terminar este texto, con el que espera y desea de todo corazón haber dado el ánimo y las fuerzas necesarias a alguna persona en el mundo para continuar, se levantó del viejo banco de madera del parque en el que escribía, para continuar enfrentándose a pecho descubierto a la gran tormenta de estímulos que le aguardaba oculta en el día a día.
Y quizás mañana, con un poco de suerte vuelva a recibir el sutil impulso que le hacía pensar que valía la pena resistir un día más. O quizás no fuera así.
Pero eso ahora no es lo importante. 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Requiem

Bien, me ha parecido justo cerrar este blog con algo mucho más épico que las historias de ayer.
Hoy voy a desnudarme y a dejaros una canción que acabo de grabar en menos de dos horas, la canción que ha iniciado este proceso de resurrección: Dos pistas de guitarras y una de voz. Ha sido jodido, porque he empezado a grabarla justo después de escribirla (cosa que he hecho en una media hora) sobre la 1:00, y a esta hora los vecinos no suelen llevar muy bien que me ponga a tocar la guitarra, y encima he tenido que cerrar las ventanas y la puerta y me moría de calor, y no podía cantar (si se puede llamar así a lo que yo hago), porque llevo unos días de gritos, llanto y rabia que me han dejado casi sin voz, eso por no hablar de lo que me duele la mandíbula después del espectáculo de pressing catch del sábado.

De acuerdo, una vez explicado esto, me reafirmo: me voy a desnudar, voy a hablar más claro que nunca, estamos en familia.
He estado a punto de desaparecer, de verdad me he dado cuenta cuando me he encontrado componiendo la canción y grabándola, cuando de repente me sentía bien, asumía lo que había ocurrido con mi parte de culpa y sus consecuencias y ya no sentía ese peso brutal en el pecho, ese dolor de estómago ni esos sudores seguidos de una bajona que me mandaban a la cama. Estoy tan enamorado que casi me apago, ¡Ojo! Y no la culpo a ella, ha sido culpa mía, la quiero tanto, la deseo tanto, la amo tanto que he intentado ser perfecto, he pensado cada movimiento, he planteado en mi mente todas las posibilidades de cada acción que realizaba para intentar mantenerla a mi lado, para seguir gustándole, y como sois familia y me conocéis, ya lo sabréis, yo no soy eso, yo soy el puto Rock and roll, yo soy un desastre, yo me equivoco constantemente y te pido perdón en una canción, yo soy el desastre, pero también la pasión, y todo eso estaba siendo devorado por 
mi mismo.

Vale, esa ha sido mi revelación. El sábado discutimos porque ricé tanto el rizo que acabé jodiéndola, jodiéndola a lo bestia, por comerme la cabeza en plan: ufff me dijo que cuando se pone así necesita aire, pero joder, y si es que ya se ha cansado de mi, pero no puedo insistirle, y si hago como que no recuerdo que hemos quedado tal día a tal hora y si ella me lo recuerda será que le sigue apeteciendo y adelante, pero si no, será que no se encuentra muy bien, y así yo no la presiono. 
Pues el pensar como un puto paranoico, el intentar volverme perfecto para ella nos ha traído hasta aquí. Yo a estas horas, mientras escribo, sigo totalmente enamorado de ella, estoy jodidamente loco por ella,  eso no puedo evitarlo...pero eso de estos tres días atrás que llevo no soy yo para nada. Eso de ir todo el día con el moco caído, ¿¿llorar??, en serio, para nada joder, casi me pierdo.
Lo que trato de decir con esto es que yo soy lo que soy, un saco de huesos lleno de manías, malas costumbres, incomprensible a veces, absurdo muchas otras, soy el Rock and roll y se que tu serías una Nancy perfecta, una Courtney Love perfecta, una Yoko ono perfecta.

Ahora encajo la siguiente cuestión, soy un tipo bastante intuitivo para estas cosas, y se que lo del otro día ha sido la gota que colmó el vaso, lo que inclinó esa balanza que se que llevas oculta en el subconsciente todo este tiempo por varios motivos. Ese tipo seguramente te quiere mucho, yo también quiero mucho al jilguero de mi vecino del segundo, lo nuestro no puede traerte más que problemas, lo nuestro está mal visto, lo nuestro es incierto, lo nuestro es un dolor de cabeza, un sube y baja, y ¿por qué no decirlo? mi rebelde polla no nos lo ha hecho pasar precisamente bien, últimamente ha estado como yo, desaparecida.
No hay otra palabra, hemos estado a punto de desaparecer, aquí va una confesión, llevo tres semanas y dos días sin echar un polvo y solo ha sido culpa mía, pero es que no le veía el sentido a tirarme a ninguna queriéndote tanto a ti, aún no se lo veo.Y no te culpo por haber visto con claridad el camino que vas a seguir después de mis múltiples cagadas, de hecho, si es lo que tu quieres, espero de verdad que te vaya bien con Family Man.

Yo soy lo que soy, y entiendo que te asuste, yo no tengo un trabajo según el resto del mundo, me pagan por golpear mi polla contra las teclas unas veces y contra la guitarra otras, yo no tengo oficina, mis clientes habituales son un poco guarras, mis compañeros de trabajo son aborrecibles en la música y mi perrito Milo en lo de escribir. Yo soy ese tipo, en serio, no voy a presentarme bajo tu puerta en traje y con rosas, ni hablo como un puto robot de mis acciones en Wall Street, no voy a llamar a tu mamá llorando cuando discutamos, yo no hago eso, yo te digo que te quiero, que no la jodamos, y si no funciona me voy a tocar bien alto, y a ahogar mis penas en cervezas, yo no te grito, no soy posesivo, no te investigo, yo me voy y me peleo (o más bien me dan de ostias), por cierto, Carlos, Javi, lo siento por haberos lanzado ese par de hostias, me pasé. Llámame niñato, pero creo que soy más sincero y maduro que esos tipos producidos en serie a los que podrías agarrarte, llámame inmaduro o infantil, lo que quieras, así soy, y tú lo sabías.

Ahora mismo eso de amiguitos y tal como que no lo veo (me enferma pensar que otro tío te esté poniendo sus asquerosas zarpas encima, la verdad, una cosa es que haya despertado, que haya recordado quién soy y otra que sea un puto pagafantas, yo a ti te quiero con todo, me pareces una tía genial, de hecho la tía más increíble que he conocido nunca, y se me ocurren mil cosas que podríamos hacer (recuerda que voy camino del éxito), y bueno, se que esto tiene cien mil millones de contras y no te voy a dar ningún "pero", es verdad, la edad, etc... Tú decides, porque aunque insistas en que yo ya decidí, yo nunca decidiría perderte, pero en fin, tampoco voy a obligar a nadie a estar a mi lado (tampoco creo que lo necesitara, soy cojonudo). En fin peque, espero que todo esto no te siente demasiado mal, pero más cruda y real no podía mostrarte la situación actual.

Bueno, os dejo la que podría ser la última canción que ella se digne a escuchar de este perro vomita-estrofas, ¿Qué le aconsejáis chicas? Ja Ja Ja.

En fin Luci, que vaya putada toda esta mierda, en serio, tendrías que haberme avisado de que me estaba comportando como un pirado, que estaba dejando de ser yo, pero bueno, tampoco era tu obligación. En fin, tu tienes la raíz, tu decides, te quiere


        J.


A vosotros y vosotras, ahora si que si, ha sido un placer.

Cosa de Brujas: Cosa de Brujas

domingo, 22 de septiembre de 2013

Una de amor [[Alcohol, golpes, sangre, lágrimas, semen e inconsciencia]]

Supongo que después de leer el título de esta entrada, muchos y muchas estaréis esperando encontrar una sórdida historia llena de desidia, agotamiento espiritual y desamor.
Bien, podría dárosla, joder, Dios sabe que podría dárosla en estos momentos. Podría contaros que soy el nuevo David Meca, que si se trata de degradación, no paro de superarme, que estoy alcanzando unas cotas increíbles, soy el icono de la degradación humana, de llevar al límite la auto destrucción.

Podría explicaros, por qué en estos momentos estoy inflado a calmantes que nadie me ha recetado, para intentar dejar de sentir este terrible dolor en la pierna izquierda, un dolor que casi no me deja apoyar la pierna en el suelo, un dolor que ni siquiera me importa.
Podría contaros, que aún ahora, mientras escribo estas líneas aún escupo sangre, que me duele como el demonio el colmillo izquierdo, podría contaros la historia de este dolor, pero sería volver a lo mismo. Siempre es lo mismo. La raíz es la misma.

Se que podéis sentiros un poco decepcionados y decepcionadas, pero creedme, para contar bien algo hay que alejarse en el tiempo, será mucho mejor cuando pueda tomar otra perspectiva de toda esta historia.
Por otra parte, la historia que hoy traigo, lejos de ser de esas que alimentan vuestras sádicas mentes, de esas que os hacen masturbaros, o por lo menos, sentiros algo menos desgraciados, es algo diferente, demoledora y real, dolorosa a su manera.

Y antes de dar por terminado este blog, me gustaría contárosla, entre otras cosas porque no se que otras cosas se darán por terminadas cuando esta entrada se publique, la verdad, todo empieza a perder el sentido, debería buscar un trabajo, casarme, fingir, y toda esa mierda.
Me sabe mal dejaros con la intriga, dejar de contaros mi nuevo descubrimiento: que después de años y años sin utilizarlos, mis conductos lacrimógenos están tan defectuosos como mi alma, sí, señoras y señores, bebí demasiado en un mal momento y sí, señores, he descubierto que solo puedo llorar por el ojo derecho, raro hasta para eso.

De verdad que me sabe mal, joder. Os encantaría la parte de los golpes, y mis sonrisas, y golpes, y más sonrisas, entenderíais que ahora sienta un sospechoso pinchazo en el pulmón izquierdo al respirar profundamente. Cómo disfrutaríais con la parte en la que regreso a casa magullado, solitario, triste, vencedor, vencido. 
Esta historia, como casi todas también tiene su pequeña moraleja, su pequeño momento de epifanía, ese momento tierno que te hace emocionarte, que te pone el vello de punta, esa parte en la que esa niñata con la que mantienes una lucha mortal desde que tienes uso de conciencia, es quien te ha arrastrado a la cama tras encontrarte inconsciente y solo en boxers tirado en el pasillo.
Joder, tiene mucha miga la historia, pero no podría articularla ahora mismo, no es que haya un abanico muy amplio de cosas que pueda hacer ahora mismo, y que quiera hacer, menos aún.
Pero os adelanto que si llego a escribir sobre ello, va a tener todos los ingredientes que os gusta encontrar en este sucio bol de mediocridad, adelantaros que al final, el tipo se despierta en la cama, tapado con la sábana, corre al baño, vomita durante unos minutos liberándose de todo lo que sobra como en una especie de exorcismo, y después, vuelve a la cama y sin ninguna razón aparente ni ningún estímulo evocador, comienza a masturbarse.

No me lo tengáis en cuenta, de verdad, no me recordéis más monstruoso de lo que ya os he mostrado, quizás lo escriba alguna vez, de verdad, pero hoy quiero cerrar este blog con una historia diferente.
Es una historia real, una historia que no se por qué hoy ha venido a mi cabeza mientras soportaba un terrible día de resaca y dolor y tristeza y asco y viajes al baño a vomitar y ausencia.
Es una historia de cómo entre medio de la oscuridad más profunda, a veces, si se dan las circunstancias oportunas, surge un pequeño destello más potente y cegador que la luz del mismísimo sol.



Ella se sentía enferma y cansada. También físicamente, y es que estaba siendo devorada por esa vieja enfermedad que ya una vez la puso al límite. Ella se encontraba muy débil, de su cuerpo se alimentaba hacía ya un par de años la tristeza más profunda, el dolor más desgarrador, la evidencia más aplastante. 
Había enterrado a su hijo menor. Se había enfrentado a la súbita e inexplicable muerte de su hijo menor, aquél que con tanto amor, cariño y dedicación había criado, aquél que engendró y luego inició con todo el amor del mundo en el camino recto, el camino de los tipos auténticos. Y yo te quería como a un hermano, y así nos trataban como a hermanos. 

Y ella no era ya la misma, y realmente ninguno lo somos ya, pero ella no es una mujer cobarde, no es una rata cobarde como el que escribe estas líneas, ella se había labrado una familia llena de amor, confianza, fortaleza, resignación la justa y sobre todo complicidad y camaradería.
Ella había sido correspondida, tenía un compañero de viajes, un compañero del dolor, de ausencia, y a pesar de la tragedia, ella sabía que no podía abandonar, que no era el camino, no es lo que le había enseñado a su chico.
Y no abandonó, al menos no aparentemente, pero es inevitable que una gran parte de su espíritu, de su vitalidad, de su alegría se marchará con él. Escuchad atentamente porque esto que voy a deciros ahora es de las pocas cosas que considero una verdad incuestionable entre tanto desconcierto: Cuando más débil estéis, cuando más jodidos os encontréis, ahí es cuando se cebará con vosotros la desgracia.

En serio, es como la historia del pobre muerto de hambre que vio una reluciente moneda de dos euros en el suelo, arrastró sus harapos hasta ella, y justo cuando se agachó para cogerla, le dieron por el culo.
Justo en ese momento en el que llevaban en familia el dolor y que hacían una piña para poder llevar la vida hacia delante, tirando del carro quien más fuerte se encontraba en ese momento, esa vieja enfermedad que había superado, volvió para cebarse con ella.
Al momento de la indeseada reaparición, seguirán duros meses de tratamientos brutales, de pena, desidia y canibalismo, porque ella estaba siendo devorada literalmente. Para contrarrestar esto, debo decir que el equilibrio se alcanzaba mediante las dosis brutales de amor que recibía de su familia, de su núcleo, de la cosecha que había sembrado, los frutos del amor.

La cuestión es que el momento demoledor del que quiero hablaros ocurre unos meses después, aún sumida en la enfermedad y la desgana, y ante la oscuridad que presenta el futuro más próximo, una de sus hijas quiere verla sonreír, quiere hacerla sentir especial, quiere regalarle un día de exclusividad, un solo día joder.
Y es así como nos encontramos en la celebración de un enlace matrimonial muy especial, emotivo por todo lo que llevaba implícito, y aquí viene el momento.
Ella tenía muchísima ilusión por el evento, pero estaba literalmente agotada, y aún así, haciendo gala una vez más de su fortaleza, de que la voluntad humana es inagotable e imparable, ella se pone preciosa y está a la altura de la situación, no le falta una sonrisa ni da una muestra de decaimiento.

Bien, estamos en el banquete, creo recordar que hay una tradición en la que tras el banquete o antes, no lo se, soy un puto desastre, ya deberíais saber que no soy un tipo de tradiciones. 
El caso es que se baila un valls, dentro de aquél ambiente tan exquisito, y su marido baila con la hija, la novia, y luego baila con la madre del novio, y todo parece sacado de una película.

Ella observa desde la primera fila el baile y sus ojos despiden amor, de verdad, miraba a su marido bailar con un amor tan profundo escapando por sus cansados ojos que podría haber roto cualquier corazón.
Y yo estaba allí cerca cuando ocurrió lo que aún ahora, mientras lo escribo, no puedo evitar que me tiemble el pulso, y que tenga que hacer un esfuerzo titánico para no ponerme a llorar como una nena.
Se sucedían los bailes y todos estaban expectantes, el padre de la novia, su marido, se veía realmente feliz, había conseguido apartar todo por un día y se le veía disfrutar, elegante, en un esmokin excelente, y bailaba feliz, primero con su hija, y luego se la entrega al novio y baila con la madre de este.
Y entonces ocurrió. De repente mira hacia la zona donde yo me encontraba mirando a alguna tía buena de patas largas embutida en un vestido sexy, pero no me miraba a mi, miró a su mujer.
La miró con unos ojos diferentes, la miró como si la hubiese visto por primera vez, como quien ve un oasis en medio del desierto después de días caminando sin rumbo, la miró con la mirada que invade tus ojos cuando ves a esa persona que le da sentido a tu vida, por desgracia se lo que es esa mirada.
Y con esos ojos la miró, con la expresión de quién acaba de encontrar la fórmula para acabar con el hambre y la enfermedad en el mundo.

Soltó delicadamente a la madre del novio y cruzó la pista en dirección hacia ella, nada podría haberle detenido, caminaba como si fuera inmortal, imbatible, nada podría frenarle, sonreía.
Llego hasta ella, paró a un metro y medio y le extendió el brazo, le pedía un baile, y ella sonreía tímidamente y se excusaba "No, en serio cariño, seguro que me mareo, sigue bailando" Y el era una estatua, no articulaba palabra, era mi puto héroe, ni cien mil bestias salvajes podrían haberle hecho tambalearse, permanecía allí en frente, sonriendo, destilando amor, inamovible, con su brazo extendido, no parecía escuchar sus excusas.
Y yo no podía parar de mirar.

El no veía a nadie de los que estábamos allí, y ella quería renunciar para que los demás disfrutaran, porque a su manera, ella disfrutaba así, pero el no admitía un no por respuesta y permanecía allí en frente, con una sonrisa de oreja a oreja, como contemplando a dios en lugar de a su esposa consumida por la pena y la enfermedad, él estaba frente a una de las más espectaculares maravillas del mundo y no pensaba renunciar a su oportunidad.
Ella no tuvo más remedio que ceder, y sus miradas eran una, y danzaban o más bien flotaban por la pista juntos, siendo solo uno, unidos por todo, y cómo se miraban, cómo el amor los arrastraba en una suave ola melodiosa, y ya no había enfermedad, ni pérdida ni dolor, y podrían vivir para siempre en ese instante.

Y ahora en estos momentos no puedo evitar reprocharme no haber mirado qué había en sus corazones, cuál es la fórmula para llegar a eso, por qué yo nunca podré hacer algo así, por qué a pesar de que si he conseguido esa mirada que él tenía en los ojos, por qué a pesar de haberme sentido frente al objeto de culto que da sentido a mi vida, me quedo bailando solo en la pista.
Pero esta es su historia, y seguramente se deba a que se lo merecían, lo habían labrado mediante acciones de amor y pasión y complicidad, y sobre todo, no eran unos seres absurdos como el que escribe, no se ni por qué cojones me pregunto nada.

La cuestión es que danzaron y yo no puedo sacarme la escena de la cabeza, esa escena de cómo el amor verdadero se impone, cómo te hace imbatible, de acero, te hace mover montañas, y no hay excusas.

Desde la envidia, os lo merecíais, y me alegro de haber estado allí presenciándolo, porque aunque algunos y algunas no lo creáis, para mi aquello fue contemplar un milagro, y poco después contemplé otro milagro más, mucho más breve, y lo corrompí, como todo lo que toco.



En fin, espero que hayáis disfrutado de las historias que os he venido dejando estos meses, que os hayan servido para algo, para lo que sea, con que haya movido algo dentro de todos vosotros y vosotras ya me vale. 

Por mi parte, he de confesaros que saber que estabais ahí detrás leyendo todo esto nunca me importó una mierda, lo hacía por pura necesidad, pero aún así, Gracias. De verdad, supongo que ya nos sentimos casi como una familia, muchas gracias.


The End

jueves, 19 de septiembre de 2013

Desubicado

En la ciudad nunca pasaba nada, había tanto tiempo para el tiempo, que este se amontonaba gelatinoso como un enorme zurullo de vaca al sol.
Todos mentían constantemente, la mentira era el deporte más practicado en la ciudad, era el jodido deporte nacional, no importaba el momento, la compañía o el clima, siempre era buen momento para darle un poco a la mentira.

En la ciudad no había ni una sola puta, ni había peleas en los bares, ni maricones en los parques, tampoco había inmigración, pobreza, políticos corruptos ni hambre. ¡Vaya una madriguera aburrida!
La principal causa de enfermedad era el cólico de sonrisas, seguido de la sobredosis de amabilidad.
La principal fuente de empleo era la industria, si, allí también tenían fábricas, enormes fábricas de gominolas que daban empleo a toda la población, no existía el paro, todas las gominolas del mundo no eran suficiente.
En cada casa habitaba una feliz pareja de hermanos que compartían una infancia feliz, alejada de todo tipo de traumas, sin ver nunca en todo lo que duraba sus vidas una discusión, sin oír nunca una palabra más alta que la otra, y en su imaginación no había lugar para encontrar una escena en la que sus progenitores se agredieran y jodieran por el culo cualquier posibilidad de que en un futuro, ellos pudieran llevar una relación de pareja sana.

Qué lento pasaba el tiempo en la ciudad, y qué poco tiempo tardaron en largarme de allí, con lo que me costó encontrar el camino.

Si, yo estuve allí.

Encontré la ciudad mientras circulaba una tarde por la autopista Tranxilium 10, entré en el primer bar que encontré a la entrada de la ciudad, como no servían alcohol, me emborraché de tristeza y mediocridad, y todos cantaban a mi alrededor e intentaban integrarme, pero aquello era degradante.
Quise fingir un poco más pero necesitaba un poco de acción, así que intentaba cabrear al pequeño Jimmy desdicha escondiéndome de el, y él solo quería bailar conmigo, justo detrás de mi, y yo me ocultaba entre la normalidad, fingiendo ser uno más.

Finalmente me alcanzó, me desnudó y me mostró al resto de los allí presentes, me desenmascaró: "Eh, mirad, es el tipo del que nos advertían, es el tipo que siembra el caos allí por donde pasa. Se dice de él que no respeta el código sagrado de la nueva y evolucionada humanidad. Que no sigue las pautas de civismo que hacen de esta nuestra sociedad, un lugar perfecto, sin dolor, sin dramas, sin tristeza. Se dice que este tipo ya ha pasado por otras ciudades, se dice que incluso rehusa adaptarse a nuestro programa de esterilización, y que PRACTICA EL SEXO de la vieja humanidad, evadiendo someterse a nuestro programa de natalidad de laboratorio que selecciona solo los mejores atributos para nuevos humanos. Se dice de él que es culpable de haber caído en esa terrible adicción llamada AMOR, y que profesa esos antinaturales sentimientos que casi nos llevan a la extinción una vez, ¿no os parece cómico?, he oído que incluso alguna pobre enferma mental o aturdida y desdichada mujer, incluso ha permitido en cierta ocasión que le confiese eso que antes llamaban AMOR, es culpable de preocuparse por ella, es un sádico que incluso se ha provocado daños en nombre de eso que llama AMOR, y también se dice que ejerce absurdos rituales, que vive y ama a un absurdo personaje de cuentos con el que cree interactuar y al que profesa un profundo amor, dolor, una historia sórdida que le devora dulcemente, una tal Lucifer. Definitivamente este tipo es un peligro, debemos deshacernos de eso que lleva dentro de la cabeza, es un ser defectuoso, debemos reiniciarlo."

El pequeño Jimmy me dio el golpe de gracia y luego me sacaron a patadas, desnudo y herido del bar.
Me arrastré como pude hasta quedar oculto a los ojos de la multitud, y cuando pasaron de largo me colé por la ventana en una casa roja de la que provenía una música bastante sugerente, era una casa muy oscura.
Entré allí, y me acosté con Betty, y con Sue, esposa y cuñada de Jimmy, respectivamente.
Ellas no sabían qué era follar con un hombre, porque el pequeño Jimmy seguía las directrices del partido, pero sabían utilizar muy bien sus lenguas y labios, habían jugado multitud de veces entre ellas, se notaba.
Justo cuando cabalgaba a Sue que estaba apoyada contra la cama, la puerta de la habitación se abrió súbitamente, y entró el pequeño Jimmy con los ojos desencajados y un tridente de arar en la mano.

Eso es lo último que recuerdo, eso y que supongo que fui desterrado de allí.
Siempre ha sido tan difícil acertar, y siempre ha durado tan poco lo bueno, siempre me encuentro tan desubicado...,  

Ahora vago por aquí, por la madrugada aún con esta erección y este dolor de huevos, buscando alguna dulce puritana a la que clavársela.

Buenas noches.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Agenda escolar 2003-2004

Había caminado solo durante cinco manzanas, debían ser las cinco y media o las seis de la madrugada. Caminaba siguiendo una dirección algo incierta, me parece que buscaba el camino a casa, y en mi memoria, ese camino debía ser un camino algo sinuoso y lleno de curvas, porque recorrí aquella distancia haciendo "eses".
Y el cielo se encontraba en ese punto en el que parece debatirse entre amanecer o mantener la noche eterna, y es una especie de lucha, una lucha sangrienta que siempre termina salpicando el cielo de un rojo sangre que se diluye. El cielo pasa de rojo sangre a naranja roto, para luego amanecer, y con el amanecer, un frío capaz de congelarte en pocas horas.
 Yo caminaba congelado, mientras en el cielo se luchaba por la imposición del día o la noche, mientras la sangre derramada goteaba manchando las nubes, yo caminaba de vuelta a casa, o al menos creo que esa era mi intención. 

Acababa de cerrar para mi el último sitio para beber que encontré abierto, habíamos llegado allí después de una larga noche, una larga noche de vacío admitido y vanos intentos de llenarlo con todo tipo de sustancias, compañías y otras torturas para mi cuerpo.
Recuerdo haber llegado a ese antro acompañado de una chica, y a esta la llevaba colgada desde hacía más o menos una hora, y no paraba de ofrecerse a todo tipo de cosas "entremos ahí, quiero chupártela", "conozco un sitio, me apetece que me folles ahí", "Bebamos algo y bailemos, me apetece bailar", "Deberías parar con eso, me da miedo la forma en que sonríes, es triste".
Y yo solo necesitaba compañía, tenía que mantenerme acompañado aquella noche, así que tenía puesto el piloto automático, ella pedía y yo obedecía, fingía estar interesado en algo de aquello que me ofrecía. Recorrimos varios sitios de la ciudad, y nos encontramos a gente que yo conocía, y ella se presentaba sola, y a mi me daban arcadas, y mis conocidos la miraban con deseo, y a mi con admiración, y yo quería vomitarles encima al perro rabioso que arañaba mi estómago desde dentro.
Decía ser profesora de inglés en una escuela privada, y tenía pinta de ello en realidad, pero yo solo podía sentir lástima por aquellos alumnos suyos, más que por los niños del zaire, lástima por su nariz agujereada, lástima por su cerebro vacío, lástima por esa mirada de madera, ¿Qué habrías hecho sin ese cuerpo, Raquel? ¿Qué cojones habrías hecho?

Luego nos hemos visto alguna que otra vez, en conciertos de mi banda a los que asistías, otra cosa no, pero tenías un gusto musical aceptable.
Salí del último bar sin ella, sinceramente, no me apetecían más mamadas, ni follarla, ni escucharla, ni saber que existía, así que dejé que fluyera, busqué acercarnos a un pobre diablo que se creía atractivo y con parla y pronto se la dejé colgada y me fui a la barra, solo.
Ya había tenido mi ración de compañía, ya había comprobado que todo estaba en orden, que nadie intuía lo que pasaba por dentro, nadie oía como yo, el rechinar de los engranajes de mi maquinaria, toda rota por dentro.

Mientras estaba en la barra con la mirada posada en el fondo del vaso, no podía evitar desear matar a los dos tipos que tenía a la derecha, estaban justo en esa fase de la  borrachera consistente en la exaltación de la amistad, y aquello era como ver una película horrible, o una obra de teatro mediocre, y deseaba matarlos.
Hablaban realmente alto, si es que hablar sirve para definir ese tipo de comunicación que mantenían, una comunicación que se basaba en "¿Recuerdas cuando...? "Ohhhhhhh que tiempos" y a esto siempre seguía un abrazo de fuertes palmadas en la espalda.
No podía soportar tanta falsedad, no podía soportar la imagen del perro atropellado en la A-49 que había visto esta mañana entre la niebla cuando iba de camino al trabajo, no podía soportar al camarero calvo con cara de indiferencia, con aires de grandeza, como si fuera un tipo de éxito, como si fuera el jodido empresario del año, ¡Jódete calvo de mierda! Parece que incluso crees que va a aparecer en cualquier momento un representante de la cámara de comercio para darte palmaditas en la espalda.
No podía soportar el sonido del amor, arañando, trepando desde los subsuelos de la ciudad, arrastrandose desde las alcantarillas, enganchando a esos imbéciles ingenuos y solitarios, como el tipo al que engatusó Raquel, o más bien yo.

No podía soportar el cruce de piernas de aquella mujer intocable, a la que nadie entraba porque nadie creía merecerla, parecía un objeto fuera de lugar, molestaba a la vista, era como ese tipo de personas que conjunta una camisa de cuadros con un pantalón de rayas, dices "Joder, algo aquí no va bien".
No podía soportar haber gastado mi munición con Raquel, joder estaba agotado, no podría ni levantarme para ir a mear, así que intenté pasar desapercibido, mirar con disimulo aquél cruce de piernas, pero lo que a mi podía parecerme disimulo con la carga que llevaba encima, parecía no ser muy acertado.
En una de mis furtivas miradas —en algo tenía que entretenerme—, vi cómo se levantaba y caminaba hacía mi, y he de confesar que me puse algo nervioso, ya que sabía que nada podía ofrecerle.

—Perdona, ¿nos conocemos? —preguntó desde sus exageradamente rojos labios—. Es que te he visto mirar varias veces y me suena haberte visto antes.

—Lo siento —me disculpé—, solo miraba tus piernas, son preciosas.

—Ah, gracias, supongo —dijo sonriendo—. ¿Seguro que no nos conocemos? Juraría haberte visto, y en varias ocasiones además. Me llamo Sara, estudio en la escuela de artes, fotografía artística.

—¡Joder!Yo también estudio allí —me sorprendí diciendo, no suelo revelar ni un solo dato personal a personajes que conozco en la noche—, de eso debes recordarme. Yo tampoco olvidaría a un tipo como yo, la verdad.

—En eso estamos de acuerdo. No tienes muchos amigos allí, ¿verdad?. Siempre te veo llegar a clase, salir e irte zumbando, aunque a veces te recoge una chica, ¿es tu chica?

—Eh, para un poco, rubia. No, no tengo muchos amigos, ni allí ni en ningún sitio, pero eso si, soy jodidamente bueno, eso lo habrás escuchado por allí, de hecho soy jodidamente bueno en todo lo que hago.
Y no, no es mi chica.—Añadí— Ya no.

—Vaya, qué modesto es usted caballero. Supongo que ahora me toca a mi contarle cuáles son mis virtudes.

Justo en ese momento, Sara, que era una chica bastante voluptuosa, una rubia "moderna" embutida en un vestido azul eléctrico y con un peinado imposible, enganchó su mano a mi muerta entrepierna y lanzó su metro setenta y ocho contra mi, en busca de mi boca.
No se si fue la jauría de canes que yo llevaba dentro amotinada, la visión de un extremadamente hortera piercing situado entre sus paletas en el que no me había fijado antes, o  ese perfume barato que la envolvía, pero mi respuesta a su ataque fue apartarla de un manotazo y dar rienda suelta a una vomitona tremenda.
A partir de ahí todo se sucedía jodidamente rápido, ella gritó por mi empujón, el jodido calvo, el bill gates frustrado se dio la vuelta ante el grito de la que resultó ser su hija menor de edad aún, que lo esperaba allí siempre que venía de fiesta para irse los dos juntos a casa tras el cierre. El jodido calvo pensaba que le había molestado, claro, la culpa siempre al que pota.

No podía cortar el grifo, estaba desatado, era una corriente continua aquello que salía por mi boca, y a cada cm3 que expulsaba me sentía mejor, al menos hasta que ese hijo de puta calvo me echó de allí como a un perro, me estrelló la cabeza contra la verja al arrojarme a la fría madrugada. "Y no vuelvas por aquí".
Y de mi boca potada y ya con sabor a sangre solo pude articular: "Deberías atar a tu perrita", entonces oí de nuevo la verja y cerré los ojos para esperar la estocada mortal, debo confesar que en parte la deseaba, la deseaba con toda mi alma.

Caminé a lo largo de cinco largas manzanas, y la noche sangraba, y yo también sangraba, y a veces paraba a mear.
Finalmente llegué a casa, o al menos a eso que llaman casa, porque nunca podría haber sentido aquello como mi hogar, y allí dormía la chica que me recogía a clase, a su manera también dormida inundada en sustancias, en su caso, se había inflado de mediocridad. Yo me metí en mi cuarto, el cuarto donde trabajaba, o bueno, donde hacía eso que yo llamaba trabajar, pero que a nadie le importaba una mierda, ni valoraba, ni pensaba que fuera algo digno, y abrí mi vieja caja fuerte gris.
Y allí estaba mi carpeta forrada, mi carpeta de la adolescencia temprana, esa carpeta que aún hoy conservo, forrada con fotos de Kiss, Iron Maiden, Dover, Nirvana, Screaming Trees, Soundgarden, STP, y me tiré al helado suelo, y de ella extraje un viejo diario, muy muy antiguo e hice lo que hago cuando necesito recordar que a veces he conseguido sentir y hacer sentir.
Y volví a releerlo, y a ver los dibujos, y a revivir aquellas historias, y podía ver sus caras, y algunas me hacían querer vomitar, pero otras me hacían querer volver allí, y si volviera, si algo o alguien me diera la oportunidad de volver allí...volvería a hacer lo mismo que hice...una y mil veces.



Buenas noches.

martes, 17 de septiembre de 2013

De ovarios bien puestos y otras maravillas de la naturaleza

Siempre he creído que mi abuela tenía una habilidad especial, desde niños, mis primos y yo nos quedábamos helados ante la habilidad especial de la abuela. Sin duda debía tener una especie de don.
En las noches de verano, cuando nos sentábamos todos frente a la vieja televisión analógica y nuestras inquietas manos de niños, pringadas por el aceite de las patatas fritas de bolsa y húmedas por el agua condensada del exterior de nuestras latas de refresco, comenzaban a "zappear" de un canal a otro, parándonos en aquellos en los que nos parecía que emitían algo interesante, la abuela nos sorprendía haciendo uso de su especial don.
Cuando parábamos en un canal en el que estaban poniendo una película, la abuela si esperar si quiera a que pasara un minuto, a oír un diálogo de la misma, solía decir "quitad eso niños, esta se está acabando ya", y no tardaba más de veinte minutos en terminarse la película.
No existía el TDT, no existía el botón "Info", ni "guide", y creo recordar que en aquél entonces ni siquiera teníamos Teletexto.

Había algo, algo que ella percibía, ella sabía cuando la película se acercaba a su fin, el final tenía un sabor especial, característico, se podía palpar, tenía una textura única que ella podía percibir mucho antes que los demás. Por desgracia, he de decir que creo haber heredado ese don, puedo percibir el final, la bajada de la intensidad, es como si las señales fueran emitidas con menos fuerzas, con desgana, como apurando los agonizantes restos de la infraestructura de lo que una vez fue una auténtica potencia.
También me ocurre con las películas. Quizás penséis "eso está cojonudo, puedes prepararte bien, aprovechar, apurar hasta el último sorbo. Siento decirles, que como en las películas que disfrutas, esas que te absorben, las que te mantienen atrapado en la trama, cuando percibes cercano el final, no resulta nada agradable, es más te jode la película, pierde el sentido apurar nada. No tiene sentido si sabes que es irremediable que se termine: "Indefensión aprendida", si hago algo para apurarlo se acabará, si me quedo quieto también se acabará, pues ¡qué bien!.
En fin, no es esto sobre lo que pretendía escribir hoy, pero soy un egocéntrico y vivo dentro de mi piel, así que supongo que resulta inevitable que siempre acabe manchando el papel con lo que ronda por mi cabeza.

Quería hablar de las cosas inevitables, y también quería hablar del umbral de resistencia, de cuerpos consumidos hasta el esqueleto que siguen en pie un paso más cada noche, caminando, arrastrando sus restos a pesar de todo, con la esperanza de llegar hasta el amanecer y ser rozados por un último rayo de sol.
Quería hablar de la fragilidad humana y los límites del cuerpo, y de lo maravilloso de romper los moldes, de partir el molde y escapar.
Y es que no puedo parar de pensar en todas esas veces en que la tormenta te pilla en la calle, y tu caminabas sola por la ciudad, caminabas sola sin un rumbo definido, pero no podías parar quieta, porque no es seguro parar quieta en ningún sitio, y las calles están llenas de demonios hambrientos.
Y te mueves y te mueves, y a veces todo está bien, porque nadie puede alcanzarte, no corres peligro, más bien te sientes peligrosa, capaz de lo que sea, la resistencia, la supervivencia ha pasado a ser un estilo de vida que dominas a la perfección, tu estado natural.
Pero es cuando más tranquilo estamos cuando somos golpeados, así funciona esto amigos. Un día caminabas por la tela de araña que has estado tejiendo todos estos años, sin pensar si quiera en que puedas ser embestido por el infortunio, y de repente, mientras la chica cruza la calle, una tormenta viene para azotar la ciudad.

Todos somos esa chica constantemente, esa chica segura, esa chica que se ha hecho a ella misma, esa chica que a veces trata de hacer las cosas bien, esa chica que por cada herida se ha envuelto en una nueva capa más, se ha enfundado en una armadura más y más gruesa, manteniendo el núcleo a salvo.
Pero la tormenta lo sabe, y modula su intensidad, y ella está allí, confiada, porque cree controlarlo todo, y cree estar haciéndolo bien, y seguramente así sea, pero a la tormenta eso se la pela. Al karma se la pela. Al destino se la pela. A Jesucristo cazavampiros se la pela. A Yaveh se la pela. Al Papa se la pela.
Y sin merecerlo ni esperarlo, siempre hay un nuevo empujón, siempre un nuevo tropiezo, un nuevo contratiempo, y aparece el desgaste. Aparece el desgaste y tu cuerpo se tambalea por el impacto, y todo dentro de ti se descontrola, el equilibrio se va a tomar por el culo, y en tu cabeza saltan luces rojas y suena una estridente alarma que te dice que de esto no te recuperas, terrorífico.
Pero la única manera de que no te recuperaras sería que muerieses ahí, mientras respiras, por muchos que sean los daños, o lo sorpresivo del ataque, lo desconcertante o lo cruel, siempre te sobrepones, para eso sirven las alarmas, para que creas que es el fin, y cuando poco a poco vas adueñandote de tus facultades ves que quizás no era tan fiero el lobo como lo pintaban y se te empiezan a ocurrir soluciones, y vuelves a adquirir la capacidad de sopesar y le das al problema su valor real.

Me hace pensar en cuando surfeas, me hace pensar en Sagres, y en una hola brutal, la ves venir desde lejos y la enfrentas bien, las estás cabalgando y te sientes enorme, pero de repente, ante un brusco cambio de la corriente, ante un movimiento brusco caes, pierdes el equilibrio, y la ola se ceba contigo, esa enorme ola te arrastra y tu primer pensamiento es MUERTE, y tu sensación es de PÁNICO.
Y das vueltas y vueltas sin poder resistirte, y al principio lo intentas con todas tus fuerzas, gastas tus energías en un absurdo intento, derrochas oxígeno por culpa del pánico, de la resistencia que opones por lo sorpresivo del ataque, pero finalmente es la misma ola, la que te acaba arrojando hacia la superficie y piensas: "Joder, casi la palmo por mi propia culpa". Pero nadie puede culparnos por eso, es un mecanismo de defensa, es parecido a como funciona la ansiedad, es lo que nos permite después de cada embestida de la vida, seguir adelante con nuevas fuerzas, nuevos sueños y nuevas esperanzas.
La alarma te dice muerte, te dice pánico, te pone en lo peor para llevarte al límite, y que cuando veas que no ha sido muerte ni pánico y que ya va de paso, que simplemente no dependía de ti, todo parece mucho menos terrible, porque te esperabas algo mucho peor, y no ha sido así, y te atribuyes el mérito, y eso está cojonudo.

Ella solía decirme "No puedes controlarlo todo", pero la sacaba de quicio perder el control, y yo solía decir: "Estoy bien, de verdad", pero muy pocas veces me sentía bien realmente, es simplemente que doy por hecho que a nadie le importa un carajo cómo me sienta, o que pueden usarlo contra mi, odio parecer débil, odio la compasión.


Me encanta dejar que sea la misma ola que me revuelca contra el fondo, la que me vuelva a sacar a la superficie, y me encanta ella, aunque camine por su tela de araña sintiéndose segura.
Siempre tengo algún consejo para las pocas personas que me importan, porque a veces no me importo ni yo, y sin embargo no soy capaz de aplicarme ni uno solo de los que doy a mi mismo. 
Cuando se trata de alguien a quien quiero, puedo ver el asunto en perspectiva, puedo ver el camino más seguro a la salida, la solución perfecta, y sin embargo no se qué cojones hacer para arreglar mi mierda de vida, no se cómo hacer que las cosas salgan bien, no se como actuar para mantenerme rodeado de las poquísmas cosas que quiero. Si tuviera que elegir tres cosas para llevarme a una isla desierta, necesitaría un billete más de primera clase y dos transportines, uno pequeño y  otro algo más grande.
Mirándolo por ese lado, me ahorraría el problema de la indecisión a la hora de elegir.
Pero en fin, soy un puto desastre, no se cómo hacerlo, cómo demostrarlo, cómo hacer para expresar que sufro si sufres, que me duele si te quemas, que me importas, y que me da un dolor insoportable justo aquí, me da obesidad pectoral-abdominal cuando miro tus ojos e intuyo que has llorado.
Pero no se hacerlo, y nunca sabe nadie lo que llevo dentro, se equivocan constantemente, joder, debo hacerlo fatal. Unas creen que las quiero, otras que me dirijo a ellas, y sin embargo, cuando intento demostrar, cuando tengo intención de expresar algo por una vez se mal interpreta, o se toma por indiferencia, o por cualquier otra cosa. Tengo antecedentes, soy culpable de muchísimas cosas, es normal que den por hecho miles de cosas. Es normal que no confíes en mi. Yo tampoco puedo, no puedo confiar, de verdad, lo siento no puedo confiar en nada ni en nadie, pero en este mismísimo momento confío en lo que siento, y en que me paraliza ante ciertas acciones que solo reservo para cuando estamos juntos, acciones que antes no me importaban que fueran vacías y ahora se han vuelto sagradas.

En fin, he vuelto a desviarme del tema, esto pretendía ser una entrada para animar a alguien, para decirle que nada es tan terrible como parece al principio, y que si no mueres, acabarás solucionándolo.
Esto pretendía ser el abrazo que no te he dado cuando tan mal lo estabas pasando, el que tus ojos enrojecidos pedían a gritos y mis dudas han censurado. Porque hay muchísmas variables cuando de nosotros se trata, el lugar, la compañía, el momento, la posición de los planetas, la aurora boreal, etc.
Se trataba de una entrada que explicase que aunque cuando ocurren cosas desagradables, es imposible evitar que en los primeros momentos nos parezcan determinantes, el jodido fin del mundo, no es el final, no estás sola, no es tan terrible como lo ves ahora mismo. Llora, desahogate, abraza a alguien que no se atan imbécil como yo, alguien más despierto, en serio, con los pies en la tierra, y verás como te reirás de esto cuando mires hacia atrás.
Es increíble la capacidad de regeneración que tenemos, a pesar de lo que dicen, estamos hechos para durar, estamos hechos para brillar, estamos hecho a prueba de bombas. Nos dañan, nos regeneramos, nos destrozan, nos despedazan, nos descuartizan y con tiempo y amor, acabamos enteros burlándonos del incidente.

Ese era el mensaje, debía ser una entrada que te hiciera ver con claridad que no es para tanto, en serio, que no importa tanto, hay mil cosas maravillosas ocurriendo al mismo tiempo, cosas maravillosas para ti, a tu alcance. Estás rodeada de gente que te quiere y te valora, das vida a muchos, aunque quizás algunos de ellos son autistas emocionales, incapaces de expresar una mierda, pero están ahí, para ti, por ti, contigo, y no dudan ni un solo segundo de ti.
Aunque no lo creas, algunos nos quemaríamos enteros por ti, a pesar de las apariencias, de lo que cuenten, porque tus ojos cuentan la verdad, cuentan mucho más, y nosotros los miramos cada día por fortuna, eso es lo importante.
Aún cuando te equivoques, esas personas van a permanecer a tu lado, siempre, caminarían contigo incluso a través del valle de la muerte, así que imagínate cuando eres tú quién está haciendo lo correcto, aunque quieran sembrar la confusión. Lo menos que puedes hacer por todas esas personas es no rendirte, no privarlas de tu sonrisa, de la luz de tus ojos. Vuelve a tomar las riendas de tu descontrol, porque te queremos salvaje, no venida a menos, meriéndate al león, o a la serpiente que se arrastra en pose de falsa modestia, nos lo debes.
Se feliz, nos lo debes, es lo mínimo que puedes hacer por nosotros. Es una orden.

Espero que aunque una vez más, si comparamos lo que es con lo que pretendía ser, esta entrada sea un completo fracaso, te quedes con el mensaje principal.


*Para esta ocasión me permito dejar de nuevo banda sonora especialmente dedicada, a ver si al menos con esto acierto, lo siento pero no es nada triste ni para que sigas llorando, sino todo lo contrario, a levantarse y patear en el culo a esos capullos y coger todo lo que quieras de la vida...Get What you need!!!! Get What You Need



Buenas noches.
 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Si al menos esta noche...

Instrucciones: Esta entrada es algo diferente a las que normalmente vengo publicando, es un relato estático y a la vez móvil, palpitante y onírico, por lo que me he permitido dejaros algunas recomendaciones, como leerlo muy tranquilamente, con tiempo, sin prisas. También sería conveniente leerlo en una postura cómoda y relajada, sin ningún tipo de presión en la mente, con una única luz alumbrando el punto de lectura, sentados en una posición cómoda, o mejor aún, tumbados en un sofá, diván, o la cama.
Por último, es importante leerlo en silencio, sin ruidos mundanos alrededor, sin nada que nos saque del trance, debemos dejar que nos engulla. Como alternativa al silencio, me permito dejaros una recomendación para acompañar la lectura del relato que a continuación os dejo. If Only Tonight We Could Sleep





Mientras ahí afuera nada había cambiado, o más bien, todo continuaba cambiando, girando, todos seguían siendo devorados por la espiral del continuo cambio, yo me iba separando de todo poco a poco.
Mientras ahí afuera unos seguían planeando guerras absurdas, genocidios, hambrunas y desesperación en su egoísta aburrimiento, y otros a su vez quemaban banderas, se enfrentaban a las balas con piedras como únicas armas para encontrarse en los brazos del descanso eterno, del cielo del revolucionario, del cielo del come hierba, del cielo del perfecto-imperfecto, del cielo de bambi, a mi me invadía un agradable entumecimiento.
Y todo lo de ahí afuera cada vez estaba más lejos. Las voces ebrias de irresponsables padres de familia deprimidos, reprimidos, los disparos de bragueta en callejones oscuros, los gritos de la decepción, de la culpa, del pasado y del miedo, eran filtrados, apagados, se alejaban cada vez más, hasta convertirse en elementos de efímera existencia.

Todo ocurría de manera progresiva, pero el orden y el tiempo no eran factores que tuvieran ni importancia ni coherencia en tales niveles de existencia, todo lo aprendido era completamente inútil, no permitía denominar lo que allí ocurría durante aquella madrugada. No había principio, solo continuidad, continuidad y sincronización de tres respiraciones sobre una cama, y ellas soñaban, ellas soñaban sin imaginar siquiera que eran mi sueño, que por eso no dormía, para no perderme ni un solo segundo de aquél espectáculo.
Yo solo degustaba. Yo devoraba cada segundo de su abrazo, cada minuto que pasaba, cada espasmo muscular que sacudía esporádicamente sus extremidades, y que por extensión, me sacudía a mi también.
No me soltaba, dormía sin soltarme, sin disminuir la intensidad del abrazo que hacía de nexo entre los dos, y ambos soñábamos, los tres en realidad, cada uno a su manera.
Y mi sueño era que aquello no terminara nunca, porque ahí afuera pasan cosas, cosas terribles que nos convierten en monstruos, mala suerte, furias inoportunas, contratiempos y otros factores que nos deterioran, mi sueño era retener el instante.
Mis ojos devoraban el techo, y respiraba tranquilo, intentando no mover ni un músculo, no quería cambiar ni un milímetro de lo que allí estaba ocurriendo, de lo que allí no estaba ocurriendo. Quería retener para siempre aquella instantánea, para que nada cambiara jamás, ¡Dios, habría retenido ese instante para toda la eternidad! Nunca me habría podido cansar de aquello.
Y mientras la madrugada fallida por segunda vez avanzaba, mientras los tres formábamos parte inexcusable de aquél lienzo, de repente fuimos devorados.
Ese techo en el que mantenía fija mi mirada, el techo que nos impedía la visión del firmamento, de repente comenzó a distanciarse de nosotros, y no podría decir con seguridad si era el techo el que se elevaba, o nosotros los que descendíamos, flotando lentamente, placenteramente, recorriendo el universo en menos de lo que tarda el segundero en cambiar su posición.

La cuestión es que no puede expresarse tal fenómeno recurriendo a señales de orientación convencionales, todo aquello era desconocido para mi, y ningún adjetivo de nuestra lengua me serviría para acercarme siquiera a describir con precisión lo que allí ocurría.
El techo se alejaba, y ahora flotábamos, los tres, los tres siendo uno, dejando de ser uno mismo y perteneciendo a todo aquello, a la situación, al TODO, a ese delicioso TODO.
Una agradable oscuridad nos envolvía por todas partes, y en ella flotábamos, allí en medio del cosmos, sin nuestros cuerpos. Nuestros cuerpos habían comenzado a deshacerse por sus extremidades en finas hebras de color violeta y verde, rojo y azul y un blanco pulcro, todos brillantes, puros colores neón.
Y nos íbamos deshaciendo en hebras sin llegar a separarnos, nos envolvíamos y desenvolvíamos dentro de la luminosa red, y era realmente placentero, y ya no había suspiro que no fuera de placer, ni lágrimas, porque no había cuerpo. El cosmos, sus respiraciones, nuestro rumbo indefinido, y como único sonido envolvente, el constante latido de un corazón, de un corazón fuerte, valiente, y otro más valiente aún, lleno de coraje, y allí solo sentía seguridad, porque ya no escuchaba los latidos de mi cobarde corazón bombeando vergüenza.
Buceábamos en las estrellas, recorríamos el cosmos y nuestros sentidos se ahogaban en orgasmos, y sus corazones eran música para mis oídos, y las estrellas se morían de envidia, pero no importaba porque seguíamos nuestro rumbo indefinido, el corazón valiente de una superviviente, de quien tiene el valor de seguir viviendo después de la soledad y el abandono, de quién camina y va un paso más allá. Y por otra parte el sensual corazón de quién viste la armadura del caballero oscuro, tiene el valor de vestir la armadura que no siempre le arrastra por caminos fáciles, y ambos corazones me abrigaban, y me quitaban el vértigo que daba la velocidad a la que recorríamos el universo.

Estaba perdido, porque la orientación no existía allí, aquello ya no era la habitación, aquello ya no era la ciudad, ni el país, ni nuestro planeta, era otro plano de la existencia que nos engulló, me dejé sustraer de aquella habitación porque las condiciones eran propicias para ello.
Y en el fondo sabía que tendría que volver antes o después, pero durante el viaje no pensaba en ello, solo disfrutaba como nunca lo había hecho antes en toda mi vida, me sentía tan vivo y anestesiado a la vez que destrozaba mi piel para sacar de nuevo esas hebras de neón, y de nuevo se unían y me daban forma, y de nuevo las destrozaba, y nuestras existencias danzaban. 
Y justo antes de volver, antes de recuperar las nociones básicas, paramos de girar, fuimos volviendo a tomar nuestras formas aún colgados de la nada, flotando sobre y bajo el vacío, y nos miramos, tu y yo nos miramos fijamente, y ella estaba a tus pies, y también nos miraba a ambos alternativamente, y luego introdujiste tu mano en mi pecho, y dejaste dentro de mi una parte esencial de tu aura, y yo sentí que caía desde una distancia brutal, sentía que caía al vacío, y entonces estaba allí de nuevo, en la oscuridad de la habitación, aún sujeto por tu abrazo, aún hipnotizado por vuestras respiraciones.

Y sentía que no podía estirar más el momento, no puedes arriesgarte a probar algo que sabes que no va a estar ahí siempre, porque podría joder el resto de tu vida, podría ser totalmente incompatible con la posibilidad de continuar existiendo con la ausencia de eso que allí hallarías.
Y entonces corría, mientras cada átomo de mi cuerpo suspiraba de tristeza, porque me separaba, me alejaba del núcleo, de la molécula perfecta, de la base de la alquimia que habíamos descubierto.
Pero la realidad se impone, y no puedes flotar eternamente. Pero tu mano en mi corazón, eso que ahora llevo dentro, es como un parche de nicotina que al menos, hace la existencia sin ti algo más soportable.

Cada vez que cierro los ojos, en lugar de sentirme solo y desgraciado en esta habitación oscura y helada, ese pedazo que me dejaste dentro, hace que reviva aunque en menor intensidad ese viaje. 
Ahora cada vez que cierro los ojos, si lo intento con todas mis fuerzas, casi puedo volver a sentirme allí, donde los tres nos fundimos en una sucesión interminable de apasionadas colisiones, cuando dejamos de ser, para ser mucho más de lo que es posible ser en estos niveles mundanos de existencia.


Buenas noches.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Las cosas bie-N- hechas...

"Cuando salí a la brillante luz del sol desde la oscuridad"....*


Cuando después de haberme pasado toda la noche sentado en las vías del tren, lanzando todos esas piedras contra aquél muro lleno de graffittis, y contra los vagones inmóviles que una vez transportaron mercancía, apareció aquella silueta desconcertante que se arrastraba a esas horas entre las vías, he de reconocer que me sentí aliviado ante la posibilidad de que mi existencia finalizase allí.

A veces es lo más sencillo, se acaba todo, ya no existe la toma de decisiones, el dolor, el sufrimiento, es sencillamente el analgésico más potente, la droga suprema, y es la que con un poco de suerte, según dicen, todos probaremos dentro de muchos años.
Pero aquella noche no tenía sentido esperar, porque nada podría cambiar lo evidente. Nunca nada ni nadie podría solventar la cantidad de contratiempos y efectos secundarios que implicaba continuar con aquella historia, la historia que me había arrastrado hasta allí, la historia de Luci.

 Aunque podría pensarse que lo que me llevó esa noche a arrastrar mi dolida existencia hasta aquél cementerio de trenes, fue la misma historia rosa que habría arrastrado a cien mil hombres más antes que a mi, debo advertir desde este momento, que esta historia no tiene nada de convencional, en ninguno de los sentidos.
En la tormentosa y breve convivencia emocional que había compartido con Luci, todo había salido mal, todo lo que piensas que puede salir, todo aquello que en algún momento se te pueda pasar por la cabeza que va a estallar bajo tu nariz, al final acababa ocurriendo.
Si algo podía salir mal, así era. Pero el problema de todo era que esto no suponía realmente una barrera, ni siquiera ese tipo de contratiempos que con cualquier otra chica me hubieran llevado a una violenta desaparición, a un descortés adiós, con ella solo podía afectarme una media hora.
Y es verdad que nada salía bien, eso lo sabe Dios, pero yo no perdía las ganas, porque a pesar del plan frustrado, a pesar de lo que salía mal, siempre encontraba en sus ojos, diez mil millones de motivos para sonreír, para permanecer, para abrazar el milagro que nos había puesto allí, en ese lugar, piel contra piel, labios contra labios, alma contra alma.

Parece contradictorio que después de lo que llevo explicado de nuestra historia, yo me encuentre aquí, sentado, junto a las vías, esperando desaparecer. Para que podáis entenderlo, tengo que contar la otra parte de la historia, la parte de los aspectos negativos, la parte en la que se nada a contracorriente, en la que se aprietan los dientes, la parte en la que se aguanta la respiración.
Como ya he dicho, ya desde su origen, esta relación es algo complicada, porque como todas las cosas buenas de verdad, o las cosas malas, da igual, todo lo auténtico, lo que no se repite, lo que solo pasa una vez en la vida, todo comenzó sin ser buscado, todo surgió de la nada, del puro instinto primario, del lugar de donde salen las cosas que son tan reales que duelen.
Fue una unión peligrosa la que el osado nexo del destino se encaprichó en crear. No soy un modelo de hombre justo, ni sensato, ni cuerdo, ni juicioso, ni simpático, ni amable, ni cordial, ni amigable, no soy un tipo normal, lo intenté una vez, pero no me salió. 
Partamos de la base de que solo soy un cabrón insensible, o al menos lo era, y me iba genial, o eso creía, porque ahora, en estas primeras horas de ausencia me siento tan vacío como esa botella que ve a su contenido ser engullido a altas horas de la madrugada por el gaznate de trasnochados y demás escoria.
Y yo estaba allí, tranquilamente, recorriendo mi árido y yermo camino, pero era el dios de mis vicios, de mis desvaríos, no sabía lo que era sentirse mal...ni bien. Supervivencia.
Y yo no buscaba nada, pero si la conocierais, joder amigos, si la conocierais os ocurriría como a mi: faltan: El léxico nos abandona cuando de definirla se trata.
Ella estaba allí, y al principio solo me pareció fría, imponente, extravagante y un poco engreída. Y a día de hoy, si trato de definirla, no puedo evadir esos adjetivos, aunque irían acompañados por cien mil más, ella es auténtica, preciosa, sensible, inteligente, atrevida, espectacular, valiente, frágil,. fuerte, ella es un silencio que grita a voces, es luz y es oscuridad, ella es una mirada para cada situación, un abrazo bajo las luces de la ciudad, cuando todos duermen, ella rompe los moldes, y sobre todo, ella se merece algo mucho mejor.

A pesar de que en aquél momento, como he dicho antes no hubo intención por ninguna de las partes, la química era visible, había explosiones de complicidad en los momentos más inesperados. No paraban de sucederse las coincidencias, en cosas extrañísimas que prácticamente nadie más comprendía, rarezas, manías, gustos, aficiones, y en definitiva, muchísimas cosas ocultas que no podían hacer más que incrementar la intensidad de las explosiones que se producían cuando entraban en contacto sus campos magnéticos. En poco tiempo casi había ya fuegos artificiales con cada roce.

Hasta que llega la conciencia, y nos hacemos conscientes de la situación, y ya entonces son muchos más los inconvenientes que las ventajas, pero algo dentro me decía que no podía echarme atrás, y que iba a doler, pero que iba a ser REAL, y eso hoy en día es muy difícil de encontrar.

No es palabrería, de verdad, daría lo que fuera por poder expresar lo que me ha hecho, lo que me ha demostrado, lo que ha roto aquí dentro, porque lo ha llenado de tantísimas cosas, lo ha llenado tanto de lo que ella es....quizás simplemente no estaba preparado, mala infraestructura...y por eso se ha destrozado todo aquí dentro. Y era una reforma necesaria...aunque en estos momentos tenga un solar vacío justo aquí, en el centro del pecho.
Como decía, nos encantaban los problemas, lo imposible si es verdadero, lo que supone un reto, y entre bromas y arrogancia, la cosa se fue de las manos, y pronto me encontré muriendo por ella, soñando con ella, escribiendo para ella, escribiendo con ella, escribiendo sobre ella, pensando en ella constantemente, tocando para ella, viviendo para ella, y sobre todo, para mí, para ella, ella para mí (ni de coña).
No podía acabar bien, todo eran señales, y odio las señales, y culpar a un dios al que no creo y que solo creo cuando le demuestro mi odio, mi odio por hacerme algo tan terrible, no se si estás, pero esto que haces tiene un precio.
La crueldad más grande del universo, somo víctimas del sueño de una noche de verano, por entretenimiento del azar nos encontramos deseándonos, y yo la deseaba más que a mi vacía vida, daría todo lo que más me importa por hacer viable esta historia, y no hablo solo lo físico, renunciaría a cualquiera de mis virtudes por conservar esto...daría cualquiera de mis preciados defectos....daría mis ideas, daría mis canciones, daría mi oxígeno, daría mis letras, daría cualquier cosa de verdad, por no estar aquí sentado, deseando que todo se acabe para no tener que echarla de menos.
Porque no pasó nada realmente malo, no descubrimos que todo había sido el juego del azar y que realmente nuestros sentimientos eran inducidos, no nos desengañamos, yo la quería más que nunca, cada día más, y ella estaba tan triste, y todas sus premoniciones cobraban sentido en mi cabeza.
Todo en lo que no quería creer, todo lo que suponía contratiempos ocasionales que podríamos superar con el tsunami de lo que sentíamos, todo se volvió solido en un instante, y vi lo que ella no necesitaba para ser feliz: a mi. 

Y se que es cruel, y egoísta, y cobarde, se que no puedo decidir por nadie, pero la amo, y tengo que salvarla. Y aunque a pesar que de que se que para mí nada será igual, se que ella sabe lo que tiene que hacer, se que tiene un lugar al que volver, se que realmente será feliz, y será un camino mucho más tranquilo, menos turbulento, pero no le faltará amor, ni pasión, ni ilusión, ni nada de primera necesidad, lo se, lo veo en sus ojos, lo he visto, y en parte me alegro.
Y no hay excusas ni explicaciones posibles, y hay una voz (que supongo será del miedo) que no para de decirme "Eh, venga, sabes que realmente no ha pasado nada irremediable", ya no se trata de eso, se trata de lo que yo arrastro, de lo que implico, de que no podría darte lo que te mereces ni en mil vidas, porque no me dejan, porque me importas, y si algo me importa, no puedo tenerlo. No puedo quererlo. No puedo complacerlo. No puedo mantenerlo. No puedo disfrutarlo. No puedo. No. No. No. No. No. No.
Y no soy quién para apagar eso que arde dentro de ti, y se bien que una larga sucesión de contratiempos agota a cualquiera, por mucho que se quiera. Y antes de que me odies, o esto se empiece a deteriorar, a deteriorarnos, tengo que ponerle una solución (solución que implica un gran problema a su vez, porque no concibo la existencia sin ella, todo pierde el sentido sin la espera que la precede, porque quiero escucharla hablar todos los días de mi jodida vida, porque me gusta hacerla sonreír y que me llame imbécil, porque si me golpea tras decir alguna estupidez, significa que lo estoy haciendo bien, porque en sus abrazos no muerde la mentira, porque nos odiamos tanto que podríamos explotar de amor, porque solo ambos entendemos un idioma secreto basado en la ironía y el cinismo, joder todo es una mierda), tengo que salvarla.

Hay otra oportunidad para ella, y no puedo hacer que se le esfume para siempre, no mientras aún siga ese brillo en sus ojos, mientras esté a tiempo, no puedo dejarla nadar conmigo mar adentro hasta el punto en que ya luego, cuando se de cuenta y quiera dar la vuelta, sea demasiado tarde. Con un ahogado será suficiente. Ella podía volver, y la mayor muestra de mi amor ya convertido en devoción, en adicción que podía ofrecerle, es forzarle esa vuelta. Quizás así debía ser desde el principio, así está escrito en alguna parte.

 Cuando salí a la brillante luz, desde la oscuridad, desde la intimidad, desde el infinito en el que me pierdo cuando me encierra entre sus brazos, desde los espasmódicos movimientos entre los que me gustaría dormir el resto de mi vida, desde su cabeza en mi pecho, contando latidos, cuando salí a la brillante luz puede verlo, solo puedo traerte el desastre, porque soy el desastre, y t u, dentro de tu desastre tienes el orden, y repito, aún podías volver, ella aún podía volver, estaba a tiempo.

La siniestra figura se ha acercado hasta aquí, es un animal extraño y obeso, grasiento y pesado. Se ha colocado justo a mi espalda y con sus brazos ha rodeado mi cuello. "¿Cómo te llamas?", le he preguntado "Me llamo culpa, dolor, miedo, vergüenza, arrepentimiento, soledad, tristeza, vacío, desamor, frío, lluvia y desgracia, y he venido porque me has llamado por propia voluntad. Si de verdad estás seguro, si es una decisión firme, sellaré mis manos y me arrastrarás durante toda la existencia ,siempre estaré colgando a tu espalda. ¿Qué me dices, subes a este tren? ¿Hay trato?"

Con lágrimas contenidas en los ojos, con las piernas temblando por la presión y el peso que ejerce aquél ser colgando de mi cuello, en este solitario cementerio de trenes a estas horas de la madrugada, solo puedo articular una sola palabra: ¡--!.




Fin.


* Rebeldes, Susan E. Hinton.

Buenas noches.