Supongo que en algún momento,
mientras formábamos parte de este sueño,
debí perder el equilibrio.
Mientras acariciaba anestesiado
el parqué de tu salón,
con la punta de mis dedos.
Y tú contabas las baldosas
Y yo me agarraba al sofá,
estaba muerto de miedo.
Y me dijiste justo a mitad
de aquél extraño camino:
¡Venga, flaco, saltemos!
Pero mis piernas no respondían,
estaba clavado al suelo.
Y tu intentabas señalarme
con tus manos de luz, el cielo.
Pero,
Cuando el sabio señala a la luna,
el tonto, solo mira el dedo.
Y ya no habrá nunca más,
esa lluvia de cubiertos.
Ya has guardado el abrelatas,
después de registrar mi pecho.
Y hallaste mi sucia guarida,
en la que no pasa el tiempo
en la pared hay un corcho:
nuestros momentos en blanco y negro:
Nuestros recuerdos,
mi único alimento.
Ahora registro cada mueble,
y maldigo cada intento,
y me quedo quieto, totalmente inerte,
me sumerjo en mis pensamientos.
Las cocinas no serán lo mismo
sin ahogarnos en los fregaderos,
sin nuestras mañanas de domingo,
sin tu parqué, y con este agujero (en mi pecho).
Algo aquí dentro no funciona, flaca
y aunque tu aceptes mis abismos,
nunca te dejaría saltar para
que acabaras perdida entre mis miedos infinitos.
Te voy a echar siempre de menos,
más que a las drogas o a los textos,
y a tomar por culo la poesía,
tú ya sabes lo que pienso.
Soy un cobarde,
te voy a echar de menos
porque eres una chica difícil
y porque yo no he sabido hacerlo.
Y porque antes de hacerte daño
me la corto (en serio).
Se que no quieres ser mi amiga,
aún así, te voy a seguir queriendo.
Que se joda la poesía,
que se jodan la prosa y el verso.
Que se jodan
Que se jodan Que se jodan Que se joda el Nasdaq y Wall street
Las acciones de la amistad caen en picado continuamente
Que se jodan todos y todas a ver si el mundo funciona un poco mejor.
Que se jodan las etiquetas.
Que se jodan los prospectos.
Que se jodan los adioses.
Y los hasta luego.
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