domingo, 23 de marzo de 2014

Platos rotos (Yo invito)

Supongo que en algún momento,
mientras formábamos parte de este sueño,
debí perder el equilibrio.

Mientras acariciaba anestesiado
el parqué de tu salón,
con la punta de mis dedos.

Y tú contabas las baldosas
Y yo me agarraba al sofá, 
estaba muerto de miedo.
Y me dijiste justo a mitad 
de aquél extraño camino:
¡Venga, flaco, saltemos!

Pero mis piernas no respondían,
estaba clavado al suelo.
Y tu intentabas señalarme 
con tus manos de luz, el cielo.

Pero,
Cuando el sabio señala a la luna, 
el tonto, solo mira el dedo.

Y ya no habrá nunca más,
esa lluvia de cubiertos.
Ya has guardado el abrelatas,
después de registrar mi pecho.

Y hallaste mi sucia guarida,
en la que no pasa el tiempo
en la pared hay un corcho:
nuestros momentos en blanco y negro:

Nuestros recuerdos, 
mi único alimento.

Ahora registro cada mueble, 
y maldigo cada intento,
y me quedo quieto, totalmente inerte,
me sumerjo en mis pensamientos.

Las cocinas no serán lo mismo 
sin ahogarnos en los fregaderos,
sin nuestras mañanas de domingo,
sin tu parqué, y con este agujero (en mi pecho).

Algo aquí dentro no funciona, flaca
y aunque tu aceptes mis abismos,
nunca te dejaría saltar para 
que acabaras perdida entre mis miedos infinitos.

Te voy a echar siempre de menos,
más que a las drogas o a los textos,
y a tomar por culo la poesía,
tú ya sabes lo que pienso.

Soy un cobarde,
te voy a echar de menos
porque eres una chica difícil
y porque yo no he sabido hacerlo.
Y porque antes de hacerte daño
me la corto (en serio).

Se que no quieres ser mi amiga,
aún así, te voy a seguir queriendo.
Que se joda la poesía,
que se jodan la prosa y el verso.

Que se jodan
Que se jodan Que se jodan Que se joda el Nasdaq y Wall street
Las acciones de la amistad caen en picado continuamente
Que se jodan todos y todas a ver si el mundo funciona un poco mejor.
Que se jodan las etiquetas.
Que se jodan los prospectos.
Que se jodan los adioses.
Y los hasta luego.

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