La tarde se despedía mientras la puesta de sol
estrellaba el cielo contra el tejado de una solitaria casa, derramaba sus
colores como en un afortunado descuido, en el que las tonalidades aplicadas se
fusionaban en armonía.
Una figura joven y esbelta se desplazaba deprisa, recortando
su silueta al contraluz desde la puerta de la casa hasta el camino que conducía
al lago. Corría desesperada, como huyendo de un incendio. Se deslizaba a través
del escenario, corriendo de esa forma en la que uno corre cuando aquello de lo
que pretende huir, se encuentra en el interior de uno mismo. Corría como unos
ojos que miran, pero no quieren ver, como el que huye de su propio fantasma.
—1, 2, 3…4…¡Mierda! —se lamentó el chico frente al
lago—. 1, 2, 3…¡Joder!
—¡Vaya! Me parece que llego en un mal momento —interrumpió
una figura que hasta entonces había pasado totalmente desapercibida y se
encontraba sentada debajo de un árbol—, ¿Verdad, enano?
—¡Tío C! —exclamó el muchacho—. ¿Qué haces aquí?
Bueno…supongo que has venido a ver a papá, ¿no?
—Así es —contestó—. Y a juzgar por los gritos de tu
madre, yo diría que hace poco que ha llegado. Venía a recibirle, hace tiempo
que no se deja ver con la historia de la gira esa, pero creo que tu madre se me
ha adelantado en lo de montar el comité de bienvenida.
—Mamá está muy enfadada. Él ha llegado hace una
hora. Se presentó en la cocina con unos regalos para mí, y varias cajas de
zapatos muy caros de los que a mamá le gustan, pero no ha sido muy buena idea.
Me han pedido que saliera a dar una vuelta, creen que no se por qué mamá está
tan enfadada, pero lo se.
—¿Ah, si? ¿Y por qué crees que está tan enfadada tu
madre?
—Por lo de esa actriz famosa. Lo vi en el instituto,
un compañero vino a enseñárnoslo a todos en el descanso entre clase y clase.
Han aparecido esas fotos en Rolling Stones…ya sabes, las de esa fiesta en la
que papá se pilló una buena y comenzó a hacer el imbécil. Todos estaban
alucinando, creen que es un héroe por habérsela tirado. A mi me parece que es
un imbécil, nunca para de cagarla. A veces me preocupa que vuelva a casa
después de sus giras, siempre mete la pata.
—Eh, no deberías hablar así de él, chico —le
reprendió el tío C—. No puedes fiarte de todo lo que aparece en esas revistas,
es prensa sensacionalista, solo busca el morbo y la expectación. Aún así, te contaré
un secreto, tu padre es un poco imbécil, pero no lo hace queriendo, os quiere a
tu madre y a ti, es solo que tiene una increíble capacidad para meter la pata,
para meterse en líos. ¿Sabes? Lo conozco desde hace muchísimos años, tiene
algún tipo de habilidad especial, es una especie de Houdini de los problemas.
Solo tiene que llegar a un lugar, y de repente, sin que ninguno sepamos cómo lo
ha hecho, acaba metido en un lío.
—Es un inmaduro, a veces dudo que no haga queriendo
las cosas que hace. ¿No se da cuenta de que nos hace daño constantemente? Mamá
está destrozada, encerrada en su habitación. A él lo he dejado sentado en la
puerta, pidiéndole que le abra, que le deje explicarse. Parece que no la conoce
aún, no va a escucharle, tiene que esperar a que se le pase.
—Bueno, es normal que tu madre se enfade, nunca ha
llevado demasiado bien lo de “el club de las chicas de las bragas en la mano”,
pero eso no significa que tu padre no os quiera, es solo que es un tipo
complicado.
—A veces pienso que nos hace daño a propósito,
¿Sabes qué le estaba diciendo antes de que me marchase de la casa? Le estaba
diciendo “Oye, libélula, te prometo que no hice nada con aquella chica, estaba
muy deprimida y yo muy borracho, así que la escuché un rato, le presté un poco
de atención. Venga, perdóname, por favor, te dejo que te tires a ese jardinero
italiano que tanto te gusta…¡pero después lo despedimos!” ¿Crees que un padre
normal dice esas cosas? —dijo el chico mientras lanzaba otra piedra hacia el
lago—.
—Bueno, pequeño. Siento decirte que no tienes unos
padres normales. Los conozco a los dos desde hace años, muchos años, y siento
decirte que no son unos tipos normales, y no me refiero a sus oficios, son
personas complicadas, especiales.
—A veces pienso que son unos imbéciles, sobre todo
papá. Me preguntó por qué mamá está con él. Ella es guapa, inteligente,
elegante, ¿qué ha podido ver en un tipo que solo aparece borracho o rodeado de
chicas en las revistas y en televisión?
—No estás siendo justo con tu padre. Las cosas no
son como tu crees. Tu padre quiere a tu madre más que nada en el mundo. Desde
el mismísimo día en que la conoció, se sintió totalmente invadido por algo que
no había sentido nunca, miedo, pero un miedo bueno, miedo a que por cualquier
motivo, esa chica estirada de piernas largas no pasase el resto de su vida
junto a él. Verás, tu padre me llamó una noche, a las ocho de la madrugada de
un domingo de Septiembre para decirme “¡Es ella, C, su libro favorito es el
guardián entre el centeno, lo ha leído más de diez veces! ¡Conoce a Cortázar!
¡Dios, C, no puedo dejar de pensar en ella!, ella es el Rock and Roll”
Luego, se sucedieron meses de idas y venidas, de depresiones de tu padre cada vez que ella se alejaba por una de sus cagadas. Vinieron meses de pesca, senderismo, no se, yo trataba de ayudarle un poco torturándole con expediciones hacia la naturaleza.
Luego, se sucedieron meses de idas y venidas, de depresiones de tu padre cada vez que ella se alejaba por una de sus cagadas. Vinieron meses de pesca, senderismo, no se, yo trataba de ayudarle un poco torturándole con expediciones hacia la naturaleza.
—¿Y por qué siguen? Si no paraban de discutir —continuó
el chico—, ¿Por qué no se largaron cada uno por su parte para buscar a alguien
con quien encajasen mejor?
—¿Alguien con quien encajasen mejor? Verás —dijo C—,
quizás aún no lo entiendas, pero la mayoría de las personas se pasan la mayor
parte de la vida despistadas, viviendo situaciones normales con gente normal,
nada demasiado intenso. Todo moderación felicidad y fluidez, y así se les pasa
la vida, como piezas encajadas en un puzzle. Tus padres no son eso —continuó—,
tus padres son dos ruedas dentadas que forman parte de un engranaje perfecto.
Son dos ruedas dentadas que hacen funcionar algo muy especial, algo diferente,
algo REAL, más real de lo que muchos viviremos nunca. Son dos ruedas dentadas y
están siempre en continuo movimiento, encajando a la perfección pero desplazándose
en cada hendidura, separándose pero solo momentáneamente, cambiando de estado
constantemente, estrellándose, colisionando pero sin acabar demasiado lejos,
volviendo siempre, SIEMPRE. Ninguno de los dos renunciaría a algo tan especial
jamás. Por eso estás aquí, eres una de esas cosas maravillosas a las que ha
dado lugar su particular historia. Tu padre tu quiere, aún no lo sabes, quizás
nunca te lo haya dicho, pero su mayor éxito ERES TÚ.
El chico titubeó un instante, fue a hablar pero se
agachó cogió una nueva piedra plana y la arrojó de nuevo al lago, haciendo un “efecto
rana” de cinco saltos. Luego, por fin se decidió a hablar.
—Tío C, siento lo que he dicho de papá. ¿Sabes? A veces,
cuando está fuera, de gira, y yo termino tarde mis entrenamientos, cuando llego
a casa encuentro a mamá dormida en el sofá, aún con la ropa del trabajo puesta,
con los tacones incluso, y con algunos viejos textos que papá escribió para
ella antes de que yo naciera. Se que le quiere, pero él no para de hacer el
idiota con las chicas, parece que no entiende nada.
—Claro que se quieren, no lo dudes ni un instante.
Existe algo, y debes saberlo, a tu padre nunca le han interesado ninguna de
esas chicas, es solo que tu madre le parece tan perfecta, le parece tan
increíble que haya decidido prestarle atención a un desastre como él, que por
mucho que se adore (que lo hace, es un narcisista extremo), necesita
demostrarse que interesa a un millón de esas chicas ahí afuera, porque eso es
lo que vale tu madre para él, para él, ella es mucho más que cien mil de esas
otras juntas, necesita demostrarse que está a la altura. Es una estupidez, si,
pero lo siento chico, tu padre es algo estúpido. Pero no lo dudes, hijo, no se
lo pensaría ni un solo segundo, para recibir diez balazos por ella, o por ti, o
por mi. Soy amigo de tu padre desde la infancia, y por favor, no se lo digas,
me siento muy afortunado de tenerlo en mi vida.
—Lo quiero mucho, tío C —dijo el chico mientras
soltaba una piedra y se dirigía con los ojos inundados en lágrimas hacia C,
para darle un abrazo—. Me escribió muchos cuentos antes de que naciera. Mis amigos
solo leen sus relatos pornográficos o sobre borracheras, drogas, rock and roll,
etc. Pero yo tengo cuentos sobre insectos, sobre cómo perdía a mamá una y otra
vez y sobre cómo luchaba por recuperarla.
Recuerdo que una vez, hace años, se presentó al final de la clase en el colegio, el día de las profesiones. La profesora se saltó mi turno, porque él no había aparecido, pero se presentó al final de la clase, totalmente despeinado, con carmín en el cuello y creo que algo bebido. Convenció a la profesora de que le dejara unos minutos con la clase. Sentí una vergüenza brutal, pero cinco minutos después estaba allí, con su guitarra, y contando historias de sus giras y conciertos, de gente a la que conocía, y la clase estaba entusiasmada, y de vez en cuando me dirigía alguna mirada que parecía decir “No pensaba fallarte, pequeño, jamás lo haría”. Siempre me ha tranquilizado, y a mamá, sabe cómo hacer que no nos preocupemos por nada y ala vez que estemos temiendo que la cague todo el rato.
Recuerdo que una vez, hace años, se presentó al final de la clase en el colegio, el día de las profesiones. La profesora se saltó mi turno, porque él no había aparecido, pero se presentó al final de la clase, totalmente despeinado, con carmín en el cuello y creo que algo bebido. Convenció a la profesora de que le dejara unos minutos con la clase. Sentí una vergüenza brutal, pero cinco minutos después estaba allí, con su guitarra, y contando historias de sus giras y conciertos, de gente a la que conocía, y la clase estaba entusiasmada, y de vez en cuando me dirigía alguna mirada que parecía decir “No pensaba fallarte, pequeño, jamás lo haría”. Siempre me ha tranquilizado, y a mamá, sabe cómo hacer que no nos preocupemos por nada y ala vez que estemos temiendo que la cague todo el rato.
—Tienes que comprenderlo. Tu mamá no es una chica
demasiado fácil, se podría decir, y no te ofendas, que está un poco loca. Es
muy guapa, realmente guapa, pero también es cabezota, es tozuda, es impulsiva,
y sobre todo, y lo que más le gustó siempre a tu padre: es un verdadero enigma.
Nadie sabe nunca qué es lo que pasa exactamente dentro de esa cabecita. Te
puedes hacer una idea si la miras a los ojos, pero la mayoría de las veces,
acojona. Se cuenta, que en alguna ocasión ha llegado a hacer mearse en los
pantalones a algún empresario todopoderoso y cretino. Tu mamá da miedo. Pero
allí donde los demás solo hemos visto unas piernas kilométricas y unos ojos que
desprenden azufre y hemos salido corriendo, el se ha quedado, y se ha quemado
las manos por asomarse a ese muro en llamas. Y te seré sincero, no se qué es lo
que habrá visto ahí detrás, pero por cómo habla de ella, debe ser lo más
maravilloso que ha visto en su vida, un verdadero prodigio de la existencia.
Moriría por ella, créeme. Fíjate en sus ojos cuando la mira.
—Lo se, a veces se le nota, pero otras veces…hace
cosas tan contradictorias, se comporta de un modo tan confuso…—se separó de C y
se dirigió de nuevo al pie del lago—. Nunca me ha obligado a seguir sus pasos,
ni siquiera me ha insinuado nunca que me dedicase a la música, tocase algún
instrumento o algo así. Sabía desde siempre que me encantaban los animales, y a
pesar de ser un rockero quemado, nos llevaba a mamá y a mi de acampada a
reservas de tipos a los que conocía. Me preguntaba sobre insectos, me regalaba
equipos de investigación, salía conmigo de fines de semana…siempre me acuerdo
de cuando nos íbamos en el coche a pasar el fin de semana fuera, y mamá y él se
miraban especial mientras en la radio sonaban algunas canciones de Rolling
Stones, Lou Reed, Dire Straits, etc…a veces hemos estado genial.
—Tienes mucha suerte de tener esos padres que
tienes, te lo digo en serio. Podría haber sido peor, podría ser yo tu padre,
¿te imaginas?
—Tu también molas —dijo riendo—, aunque esos
vaqueros medio rotos dejaron de llevarse hace años. ¡Sobre todo si estás
rondando los cincuenta!
—EH, EH, EH, no te pases, chaval. No me obligues a….
—¡EY, CHICOS! —les interrumpió una voz—, ¡venid
aquí! Necesito que me ayudéis a catalogar esta nueva especie de “Libélula
patilarga” que acabo de capturar dentro de la casa —dijo el tipo que traía a la
chica en los hombros—.
—¡Sueltame, imbécil! —gritaba ella entre risas y
amagos de soltarse—. ¡Este vestido cuesta más que el coche del tío, C!
¡Sueltame, maldito!
—¿Ves?, de nuevo la rueda dentada —dijo tío C—, son
como niños.
La tarde se había despedido finalmente. La rueda
seguía girando para dar paso a la noche, cuatro figuras se plantaron en la
oscuridad del lago. Y rieron juntos, se insultaron, bromearon.
Continuaron lanzando piedras, compitiendo, midiendo
quien hacía saltar más a “la rana”.
Haciendo girar la rueda de las pequeñas cosas.
Para que no se detenga.
La rueda que da cuerda al mundo.
Que no se detenga.
Gira. Gira. Gira.
Dando sentido a un mundo carente de sentido. La
razón de la sinrazón.
Vida.
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