sábado, 3 de mayo de 2014

Recapitulación



Me tragaría una montaña de cuchillas de afeitar,
para luego vomitarlas y segar toda esa mala hierba
que no es más que mi pasado.

Mi pasado, todos esos fantasmas aullando en tu oído.

Nunca fue mi intención derribar el muro,
aunque pueda parecerlo a veces.

Yo solo puedo decir que mis zapatos aúllan con cada paso
que doy y me separa del “nosotros”,
que me aterra la idea del nunca más,
si tiene que ver contigo.

Aunque pueda parecerlo,
nunca fue mi intención derribar el muro.

Siempre me gustó tanto
como el resto del castillo,
como el foso lleno de cocodrilos,
en el que caí una y mil veces,
como el laberinto de tus pecas,
en el que aún sigo perdido.

Aunque pueda parecerlo,
nunca quise convertir mi amor en bola de demolición.
 
Ni mis brazos en cadenas,
pero
¿Quién puede culparme por no querer ser un mero espectador,
de la obra de arte perfecta?

Nunca he sido bueno encontrando salidas,
aunque por los agujeros de mis bolsillos del pasado
caigan una detrás de otra sin parar.

No te he querido nunca como artefacto,
nunca he querido refugiarme de la tormenta
entre tus brazos.

Es solo que nunca pude resistirme a ser
Jean Hagen en “singing in the rain”,
nunca pude evitar saltar enloquecido
desde mi desdicha hasta tu
lluvia de azufre.

Me has hecho bailar,
pero soy torpe, y te pisé una y otra vez.

Aunque pueda parecerlo,
mis abrazos nunca fueron opresores,
y si me estrellé contra el muro, no fue para derribarlo.

Jamás cambiaría tu (im)perfecta arquitectura,
es solo que quería plasmarme en él.
 
Dibujar con mis caricias y embestidas,
grafittis sobre tu piel.

Solo tengo lo que me merezco,
que nunca jamás me puedas creer,
pero
¿Quién puede creer en nada?
 
En una sola letra deposito toda mi fe.

Ya no puedo sorpenderte,
he sido transparente,
como papel
de fumar, o de envolver.

Y solo se que me aterra,
es una pesadilla recurrente
que se repite una y otra vez,
y solo se que te quiero.

Que te quiero.

Que nos quiero.

Que jamás te dejaré de querer.

No confiarás en mí jamás,
y lo entiendo,
es muy difícil creer.

Yo solo se que te espero.

Que siempre te esperaré.

Ni mil kilómetros nos separarán nunca.

Nunca.

Nunca.

Te llevo debajo de la piel.

Donde solo había vacío.

Donde siempre he esperado.

Aquí te espero.

Aquí.

Donde siempre esperaré.


Siempre.

Siempre.

Siempre.

Aunque no te lo puedas creer.


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