martes, 23 de abril de 2013

Homicidio estandarizado

Podéis llamarme cobarde. También podéis llamarme inadaptado, antisocial, malcriado, mentiroso, tramposo y un sin fin de adjetivos más, de esos que forman parte de vuestro raquítico léxico que gotea de la polla de nuestro enfermizo sistema educativo.

Podéis confundirme. En parte lo entiendo, sería sencillo confundir mi estilo de vida con el de un arrogante adolescente que pide a gritos un poco de atención a Papá capital y mamá escoba.
No diré que no podéis ofenderme, cada vez que respiráis lo estáis haciendo. Tampoco voy a caer en el tópico "perro-flauta" de niño acomodado acomplejado de: "Palos y piedras pueden herirme pero vuestras palabras...". 

¡A la mierda! Vuestras palabras son metralla, bocanadas de pestilente hipocresía redundante que me enciende como una hoguera y me hace desear el retiro, pero aún no puedo, me lo debo, tengo planes.

Ya desde pequeño lo veía venir, joder, creo que mi primer recuerdo es ya de por sí hipocresía pura, chorreantes y débiles buenas intenciones forjando un pequeño ser humano con piezas que no encajarían nunca en el corrupto mundo de los seres marranos, que nunca funcionaría acorde con la sifilítica y agonizante moral que venden como "sentido común".

Cuando os miro solo veo personas de mentira, es imposible que os tome en serio, de verdad.
Y entiendo que muchos de vuestros apestoso gurús codificados por el sistema quieran tildar mi actitud de cobardía a las relaciones humanas, al fracaso, a la decepción, y en parte así es.
Pero olvidan algo importante, no evito sentir nada de eso, ya lo siento, desde el principio:
No estoy de acuerdo con nada de lo que hacéis, solo me llama la atención vuestra doble moral y a veces la uso, abuso y utilizo vuestras reglas para conseguir mis objetivos y saciarme.
Y dejarme llevar, aunque sea unos minutos, ser arrastrado. 
Dejarme llevar. 

Dejarme llevar.

Aunque pueda parecer lo contrario, no os observo desde arriba como seres pequeños, simples y automatizados.
Yo os observo desde el agujero, desde la oscuridad, desde la carcel de odio, fracaso, decepciones y frustración.
Desde mi hogar os observo.

Y planeo vuestro asesinato.

Y planeo nuestro asesinato.

Llenando nuestro hogar de asesinatos, donde quiera que estés.

De agujero a agujero, tan sucio, tan sincero.

Y aún así...
 

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