Llámame con otro nombre,
durante la tormenta
de cristales punzantes
Llámame con otra boca,
pero que sea tu voz
la que grite las verdades
en bocanadas de aire
que me desgarren la carne
al paso de tu respiración.
Llámame como si fuera esta tarde,
llámame para confirmar
mi suprema estupidez
Grítame que no estás loca
que solo pierdes la razón
recuérdame nuestras edades,
las físicas y las mentales
mientras evito dañarte
escondiendo mis espinas del sol
Llámame con tus ojos
mientras se acerca el final,
porque pienso pedirte un bis
Llámame maldito niñato,
mándame a que me follen
pídeme que te toque
fúndeme con el roce
de mis inseguridades
recien descubiertas
sobre los abismos inciertos
de tus cavidades.
Llámame, no olvides
que tienes que llamarme,
porque te cambio un poema
por un orgasmo
y porque te cambio a tí,
por mi vida y mi arte
Y porque eres tu,
porque quiero que me llames
para abrirme el pecho y dejarte registrar
cada vez más y más profundo
hasta encontrarte (y encontrarme)
con tu reflejo.
Llámame imbécil.
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