Vienes y te sientas, pura necesidad fisiológica, y no sabes qué decir ni de que hablar. Hasta que la tormenta se desata.
Vienes y te sientas justo enfrente de mí,
y podrías haber elegido cualquier otro pedazo del planeta,
te deslizas rápido y como a saltitos,
te supuse esquivando raíces hasta que llegaste allí
Y te fundiste con el verde.
Te fundiste con el verde.
Y hay quien dice:
Verde, esperanza.
Sí, esperanza, como Aguirre.
O verde, como me pondré mañana
cuando lea de nuevo esta mierda de poema.
(Por no hablar de los otros 3 que ya he tirado a la papelera)
A veces, sencillamente sientes la necesidad imperiosa de mover el culo hasta ahí, y cagarla.
Cagarla como nunca lo has hecho. Y tienes que hacerlo.
Así que nada, después de cambiar las escamas y aletas por pulmones y patas, decidimos dedicarnos con fervor a la estupidez.
Me lo recuerda cada respiración de ese enorme pedazo de mí que duerme profundo sobre mi cama, enroscado, soñando, limpio, puro.
La estupidez. A veces da lugar a cosas increíbles (este texto no será una de ellas).
Así que lo dejaremos por aquí, porque la pareja de paraguas del piso de al lado -sí, esos de los que habla mi buen amigo Jona en sus canciones-, ya han parado de follar, y de hacer sonar el paraguero de latón.
Al menos alguien ha follado esta noche.
Aunque no sea domingo.
Ni por la tarde.
Ni llueva.
Han salido los paraguas a jugar.
Contra todo pronóstico. ¿Qué me dices a eso?
Yo ya lo he dicho todo hoy. Y no he dicho nada. Porque a veces sencillamente no hay nada que decir.
El corazón ordena y la mano obedece. Y las consecuencias son inevitables. No existen los "Sin querer", si no son a punta de pistola.
Nada me obliga a estar aquí escribiendo. Ni a estar donde quiero estar. con quien quiero estar. Y a no estar donde no quiero estar. Ni con quien no quiero estar. Estar. Estar.
A punta de pistola,
si me encañonas desde tu entrepierna,
tranquila, yo pongo la boca
y desato la tormenta
contra todo pronóstico
porque, ¿Qué sabe el hombre del tiempo de coños?
solo entiende de tormentas (y amor),
y las nuestras,
no las entiendo ni yo,
pero no las cambio por nada,
nuestras son.
A punta de pistola...y todavía no me mueves de aquí delante (o debajo).
A punta de pistola.
A
A
A
A
A
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