jueves, 10 de abril de 2014

Pastillas para dormir

Nunca habría metido a mi perro en el maletero. Sabes que jamás lo habría hecho ni habría permitido que nadie lo hiciera, lo quiero demasiado y no soportaría ver el brillo del miedo en sus ojos.
Nunca les entragaría esos ojos suplicantes, antes tendrían que haberme matado.

Tampoco quiero ver el miedo o la tristeza en tus ojos. Jamás lo permitiré, no podría soportarlo, y ocurre que en esta ocasión, el culpable, quien lo provocaba, se reflejaba en ellos.
Y solo estoy muerto de miedo, y necesito un poco de ayuda, y que me abraces fuerte, hasta hacerme sentir vértigo y seguridad a la vez. Te necesito más que nunca.

Y no tengo derecho a pedirte nada, así que te pido que duermas conmigo
y si eso ya no te hace feliz...bueno,
entonces ya nada tiene ningún sentido.

No pinto nada aquí.

Voy a atiborrarme de pastillas para dormir,
a esperar al olvido.

Me muero. Me muero de pensar en no volver a posar mi mano en tu tripa, para oir vibrar eso que ahí se mueve. Da igual el nombre. Y dices que no hay nada, pero lo hay, vibra, desde tu vientre hasta mi pecho. Electricidad. Me muero de pensar en no deambular de nuevo entre ropa y jueguetes y nuestras tonterías, y nuestras risas, y tus burlas, me muero.

Ayúdame a rectificar las líneas de mis manos. Por favor, ayúdame.




La suerte no quiere dormir a mi lado.

Después convencerá a la felicidad.

Luego a las ganas.

Todas se largarán.

Con pastillas para dormir,
decido quedarme en mi cama.


Joder...

No hay comentarios:

Publicar un comentario