sábado, 12 de octubre de 2013

Desde el subsuelo de un vertedero o (de cómo reparar un alma rota)

El diablo de encontraba realmente agotado al final de la noche. Se encontraba jodidamente agotado y desencantado, porque su trabajo era realmente agotador. Joder, si que estaba cansado, y eso que hacía un tiempo ya que había renunciado a usar el tridente, no si no era para atravesar con él algo que realmente le llamara, algo que de verdad sintiese que merecía la pena el esfuerzo, a ella, porque estaba tan cansado.
El diablo estaba cansado del Rock and Roll, era verdaderamente un suplicio, un extraño y vacío ritual, algo que no conseguía sentir ya. Se empeñaba, intentaba concentrarse "En serio, esto siempre te ha llamado, ¿podríamos concentrarnos un momentito? Estás muy espesito últimamente".

Qué cansado estaba de lo impredecible de su rutina, qué cansado estaba de ser una paradoja viviente.
El diablo estaba exausto. Esa noche, el diablo llegaba a casa después de un duro día de Rock and Roll, pero había algo diferente, algo pesaba más de la cuenta, o quizás menos, ¡si!, ¡eso es!, era una especie de vacío, un vacío enorme, se acercaba Halloween y se sentía como una de esas calabazas que vacían, ¡Sentía! ¿Pero qué diablos...?
Qué cansado estaba el diablo. Se acerca Halloween y es una fecha que siempre le ha gustado, y ahora en lugar de encontrarse pensando en que por una noche al año podrá formar parte de ambos bandos: Los que asustan y los asustados, se encuentra pensando en "Pesadilla antes de Navidad" de Tim Burton, y en cómo le gustaría ser Jack Skellington y salvar todas las fronteras habidas y por haber hasta alcanzar a Sally, esa extraña chica, esa muñeca de trapo llena de remiendos, esa chica que se rompe una y otra vez y se cose a sí misma sin saber que cada rotura, por mucho que se repare, la aleja un poco más, la aleja un paso más de la confianza, de la entrega, de respirar tranquila.
La noche de Halloween, qué cansado estaba de ambos bandos, estaba cansado de asustar, podía verlo en sus ojos, todos tenían miedo, un miedo que les hacía sentir valientes y grandes por acercarse a él, por aplaudirle, por compartir su mismo oxígeno o espacio vital aunque fuera un segundo, se sentían genial, y el se sentía tan lejos. El diablo se sentía agotado de estar tan lejos de todo, y es que a pesar de que su fina piel solo le separaba unos milímetros de lo de fuera, él sentía que entre lo de dentro y lo que los demás percibían había un abismo, y en él estaba atrapado, condenado a ser halagado por el reflejo de lo que realmente es, a ser perseguido, a ser habitado por huéspedes que nunca han sido invitados, por forasteros que no son bien recibidos. 
Estaba agotado de esa hipocresía, de esas moscas, creen ver algo en él y se acercan, siempre se acercan, y él advierte "Largáos...por el bien de los dos", pero nunca se largan y vienen todas y lo cubren, como aquella cabeza de cerdo que es cubierta por moscas en el célebre "El señor de las moscas" de William Golding.
Y eso es lo que tu viste, viste un montón de moscas rodeando a un pedazo de carne muerta empalada, eso es lo que viste, una imagen difícil de borrar, y ahora el diablo roba estrellas cada noche, y luego las devora sin compasión para iluminar su interior, y como es un tipo bien flaco, después de tragarse las estrellas, brilla en la oscuridad, emite una potente luz que refleja sus huesudas costillas y demás huesos, pero tu ya no mirabas, era muy tarde. Te quedaste con la imagen de aquella cabeza de cerdo rodeada siempre por moscas.
Y el diablo se comía las estrellas cada noche, y alguien en algún momento podría enfadarse por ello, y el diablo se cansa de que esto no le importe. Y acuden en tropel a la luminosa señal del atiborrado de estrellas diablo mil moscas más, pero ahora no se posan porque el diablo se esconde, el diablo no quiere nada, el diablo está cansado y ahora solo se dedica a estrellar su cabeza contra ese firme muro que se encuentra al final de la calle que siempre recorre en un vano intento, se estrella contra ese potente muro que se encuentra al final de ese callejón en el que siempre acaba, ese muro donde algún gamberro diablillo ha hecho una pintada, ha firmado con Spray, ese muro en el que puede leerse "N", y se estrella una y otra vez, con todas sus fuerzas, y cada noche, vuelve herido, cansado y satisfecho.

Cada noche, el diablo vuelve a refugiarse del sol, vuelve a su agujero malherido, cansado del rock and roll, de estrellarse contra el muro, cansado de este extraño vagar, cansado de los aplausos, de las miradas lascivas, cansado del vacío que pesa tanto.
Cada noche el diablo es sorprendido por un pensamiento inesperado: "Joder, qué daño, cómo cansa el Rock and Roll, cómo cansa ordenar palabras sobre el papel, cómo agota estrellarse día a día contra ese muro sin causarle ni el más mínimo rasguño...Pequeños y placenteros daños autoinfligidos sin los cuales, la vida ya no tendría sentido...Sin ti, la vida ya no tendría ningún sentido.

Nunca antes había conocido el diablo el cansancio, siempre estaba devorando almas, ni todas las del mundo eran suficiente, tenía que estar en movimiento, destruyendo, sangrando y haciendo sangrar.
Nunca antes había conocido el diablo esta ausencia, nunca había echado de menos, nunca había sentido este dolor por nada ni nadie, nunca el diablo había visto sus pensamientos alienados con la imagen de nadie.
Siempre había estado tan ocupado, se había construido un refugio tan seguro, y ahora el lobo había soplado,. y resultó que el refugio no era más que una chabola de paja, y allí estaba el lobo, y el Diablo sintió que sus pulsaciones se aceleraban, lo supo nada más verlo: "Te amo. Te necesito. Te necesitaba ya, antes de saber que existías. Te estaba esperando desde mucho antes de saber de tu paso por la existencia. No quiero reflejarme nunca más en unos ojos que no sean los tuyos." 
Y a pesar de que había algo roto en su interior, algún engranaje que había atascado con un desprendimiento de parte de él algunas de las otras rudas dentadas, ante su presencia algo se movía ahí dentro. Algo dolía con una intensidad brutal ante su ausencia, ante la duda, algo se volvía loco si ella sonreía, era preciosa, ¿qué haría pisando la misma tierra que el mismísimo diablo? Quizás Dios me haya perdonado —pensaba—, podría ser su regalo, su mejor creación, un ser perfecto, Joder, que mirada, qué ojos, que sonrisa, qué voz, cuánto dices sin soltar una palabra, cómo puedo leer en tus ojos, ¿por qué me siento tan cerca?, ¿por qué esta conexión? ¿Por qué no puedo dejarte tranquila y librarte de mí?

Qué cansado y feliz estaba el diablo, por primera vez, el diablo estaba cansado.



—¡Joder! ¿Tienes que escribir en pelotas o qué? —dijo la joven exaltada—, al menos cierra la puerta, ¡coño!

—¡Dios! ¡Lo siento! ¡Lo siento, es que...!

—Pero...¿Qué coño...? ¿Estás empalmado? ¡Joder! ¿Te estabas masturbando? ¡Cierra la puerta, cerdo!

—¡Oh, mierda! ¡Estaba escribiendo!, ¡claro que no me estaba masturbando! ¡Es solo una de mis erecciones espontáneas! 

—¡Eres un cerdo! O te vistes o cierras la puerta.

—Lo siento....lo siento...es que me sentía tan solo, que pensé que no había nadie más...en todo el planeta tierra.

—Puto pirado...Buenas noches, y ¡vete a dormir ya, anda!

—Termino esto y me voy a la cama. Buenas noches.






—¿Todavía me quieres?

—¿Quema el fuego? ¿Moja el agua? ¿Sale el sol cada mañana?

Bésame, aunque sea con los ojos.
 



Buenas noches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario