miércoles, 2 de octubre de 2013

¡No! ¡No! ¡No! (Infiernos de un escritor)

Aquella tarde me encontraba realmente cansado. Estaba agotado como un perro, llevaba desde las nueve de la mañana fuera de casa. Definitivamente, no estoy hecho para estar rodeado de gente tantas horas, no es lógico, creo que es demasiado irónico para las leyes de la existencia que un tipo que representa a la perfección la soledad, se pase el día entero acompañado. Es realmente agotador.
Salía de la biblioteca después de despedirme de aquellas con quienes había terminado la agotadora jornada de trabajo, y justo cuando crucé la cristalera y comencé a bajar los escalones comenzó el espectáculo.

—¡Oiga! ¡Eh tío, espera!¡Perdona! ¡Chaval! —gritaba de manera atropellada aquél tipo en chándal—, ¡espera un segundo tío!

Lo había escuchado la primera vez, y no se por qué me sentí realmente culpable. En serio, debería mirármelo, fue escucharlo, mirarlo por el rabillo del ojo, y pensar: "Ahí viene mi castigo".
No sabía qué había hecho mal, no sabía por qué aquél saco de músculos me llamaba exasperadamente y corría hacia mi, pero yo sentía que algo habría hecho, que seguro que me lo merecía. Soy un especialista en hacer cosas terribles sin casi ser consciente de ello.
Por un momento ya no veía a aquél chaval en chándal, en su lugar veía un enorme pie del Kharma enfundado en una gran bota de puntera de acero que venía una vez más a propinarme una buena patada en los huevos: "Creías que las cosas no podían ir peor, ¿verdad amigo? Pues por si no has tenido suficiente con romperte por dentro, acabo de mandar al primo de Hulk para que te sacuda un poco".
Lo peor de todo esto es que ni siquiera se me aceleró el corazón, ni se me aflojaron las piernas, no podía sentir nada, solo pensaba: "¡Ey, Veo que has vuelto a por un poco más! ¿Qué te gustaría hacer hoy?"
Así que seguí caminando hasta que el tipo en chándal me bloqueó el camino. No pensaba defenderme.

—¡Joder, tío deberías mirarte los oídos! Llevo un rato llamándote —vomitaba las palabras entrecortadas—, Tu eres el que escribe esas historias, ¿no?.

—Lo siento, no sabía que me llamabas a mi —me excusé de manera inexpresiva—.

—Joder, es que te vimos antes entrar en la "biblio", pero ibas con dos chicas y le dije a mi novia que no te cortáramos el rollo —explicó acompañando sus palabras con gestos de complicidad—, lo mismo salía alguna de esas historias porno tuyas de ahí, ¿eh?

—Lo siento, no me gusta mucho el porno —expliqué desganado—, y solo eran dos compañeras, no siempre estoy follando, ¿sabes?

—¡Ey! No te ofendas —se apresuró a exclamar—, es solo que a mi chica le encantas, ¿sabes? Ven, acercate a saludarla, por favor. Es esa de ahí, está con sus compañeras de clase, creo que también te leen.
¿Sabes?, a veces me lee algunos de tus poemas después de follar, o me lee alguna de tus historias cuando discutimos. A veces después de días sin hablarnos me llama por teléfono, y cuando descuelgo me lee alguna de tus mierdas...¡Lo siento! No quería decir eso, es mi forma de hablar.

—No importa, son una mierda. Y me alegra todo el rollo ese —mentí—, supongo que al menos sirven para algo. Pero mira, mejor dejamos para otro día esto ¿vale? En serio, hoy es un mal día, de un mal mes, de un  mal año, de una mala vida. Lo siento amigo, hoy no es el día.

—Por favor, tío —me interrumpió colocándose aún más cerca de mi—. Le he mentido —comenzó a susurrar—, le dije que te conocía de la escuela cuando te ha señalado antes, le dije que a veces incluso aún ahora quedábamos de vez en cuando a tomar algo. Por favor tío, no me jodas, me gusta mucho esa tía, y soy un bestia, a ella le gustan los tíos como tu, pero no quiero perderla.

—De verdad, cuéntale que tengo prisa o algo así. Otro día que me cojas de mejor humor, te prometo aparecer contigo de la mano si hace falta, ahora solo quiero irme a casa.

—Tío, podrías ser mi último cartucho —se lamentó—, de verdad, ¿no me ves? Mírala ahora a ella, es preciosa joder.

—Si, es muy guapa —asentí—, pero ¿sabes? Estoy un poco hasta la polla de que tías como ella acaben siempre con simios como tú. Con tipos básicos, cutres que acabáis inspirando ternura en ellas. Unos jodidos monos simplones, debería daros vergüenza lo que hacéis joder, no es justo.

Entonces debo confesar que entrecerré los ojos esperando una bendita hostia que acabara con mi agonía. Pero una vez más, no llego.

—Eso es lo que te digo. No la merezco, y se que es injusto, pero se de buena tinta que no eres un santo, y algo más, se de buena tinta que te la pela lo que nos pase, que te da igual todo, en serio, míralo así: Aunque no la hago brillar le doy seguridad, soy algo que sabe que puede tener ahí seguro siempre, y eso la hace quedarse, y eso hace que me la siga mamando, porque es lo único que necesito, sus mamadas, pasearla, no se, a ella ya la tengo engañada, ahórrame el trabajo de tener que buscar a otra putita. No es sencillo fingir que soy algo más que estos músculos, ni esconder que soy un cutre, un hortera, un mierda de clásico español bestia e inculto.
Además —añadió—, acaso no ves esas tías que están ahí con ellas. Hablaban de tí, una incluso dice haber coincidido contigo en el "insti", dicen que siempre has sido raro, que gracias a eso has sacado a menudo a tu pito de paseo JAJAJAJA. Mira, te acercas, me haces el pequeño favor de fingir durante unos minutos, te invitamos a unas "cerves" y seguramente acabarás en el piso de la que tu quieras.

—Te voy a ser sincero, lo único que he escuchado de tu vomitona, ha sido: No te importa nada. Me la pela, ojalá se acabe el mundo, y no me preocupa que se la sigas colando o no a tu perrita, pero veo que eres una pesadilla, no se como cojones ha podido ver algo que se salve en tí, pero acabemos con esto.
Vayamos, saludo, cuentas alguna mierda sobre el instituto y lo bien que nos lo pasamos y yo digo la prisa que tengo y me largo. ¿Te parece?

—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! —gritaba sumergido en algún tipo de danza primitiva—, por cierto, soy ****, ¿Cuál es tu nombre?

—Joder, resulta que me llamo como tú —dije apesadumbrado—, creo que es lo único que tenemos en común. Venga, acabemos con esto.

Comenzamos a caminar hacia el grupo de chicas que miraban y reían nerviosamente. He de reconocer que estaban de muy buen ver, las cinco. En lugar de sentirme excitado, o al menos orgulloso y poderoso, sentía como las piernas me pesaban más a cada paso.
El gorila que caminaba a mi lado, lucía una increíble sonrisa "Profident" y unos ochenta Kilos de Musculatura "made in Winstrong" que deberían haberme hecho encoger, pero ellas solo tenían ojos para mí.

—¡Hola! —saludé—, ¿Qué tal, chicas?.

Comenzó un desfile. Algo así como una gala de Miss cabeza-hueca, en la que una a una se iban levantando, presentándose y dándome unos besos que me hacían sentir mierda, de esos en los que te agarran a la altura de la cintura y aprietan sus pechos contra ti.

—¿Qué te dije, cielo? Aquí te traigo a mi tocayo JAJAJAJA (Me siento un tipo importante por conocer a este flacucho y no un fracasado de mierda, un triste de la vida, un atascado, vulgar, mediocre, que es lo que soy, nunca saldré de esta ciudad de mierda Hagámonos viejos juntos mi vidaaaaaaaaaaaaaaa Veremos juntos Juan y Medio y los partidos de la selección) No sabéis el follador que era este tío en el insti JAJAJA Y mira que siempre ha sido un tipo flaco y callado, joder, es complicado sacarle dos palabras seguidas aquí al colega—dijo colocando su mano en mi hombro— Esa es mi chica —añadió— ******

—¡También estuviste en mi instituto un año! —interrumpió una voluptuosa rubia oxigenada—, siempre te veía en las gradas. A todas horas estabas allí en las gradas, escribiendo. Bueno...a veces no estabas escribiendo, si no con ellas. En realidad...Deseé tantas veces ser alguna de ellas, qué besos. Tienes unos labios preciosos, ¿verdad chicas? —dijo pasándome su dedo índice por los labios (olía a tabaco (puagh!)), muy gorditos y suaves.

—Si, me lo dicen mucho.

—Gracias por "Demolición", y por la saga "Luci", no sabes cómo lloro a veces con tus historias —dijo la novia de ****. De verdad, ¿dónde os escondéis los tíos como tu? De verdad, eres increíble.

—Gracias.

—¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! —Gritó el gorila—, que yo soy un tipo súper sensible, pero lo llevo oculto detrás de mi rudeza y mi mal caracter (JAJAJA en realidad solo soy posesivo y malhumorado). Tocayo, cuéntale cómo era yo en el cole.

—Era un tipo increíble. De verdad, tienes una joyita aquí contigo, pura emoción, se le ve en la cara, con este tío nunca te va a faltar emoción en tu vida. ¿Quién podría aburrirse con un tipo tan profundo?. Además creo que estáis hechos el uno para el otro, sois tan jodidamente parecidos. Quizás escriba algún día sobre vosotros, pero ahora debo irme, tengo cosas que hacer. Ha sido un placer.

—Ohhh —se lamentó—, oye, ¿Qué haces por aquí, estudias aquí?

—No —mentí—. Solo acompañaba a unas amigas, ¿estudiar yo? Eso no va conmigo.

—Me das tu "guasa" —preguntó la chica— me gustaría que habláramos alguna vez de tus historias.

—Ya se lo dí antes a tu chico —respondí (A el se le quedó a un más cara de imbécil, sacó al gorila en su totalidad)—, dile que te lo pase y estaré encantado de hablar contigo.

Comencé a caminar, sin darles un beso de despedida, pensando que hay veces en que es mejor no despedirse, solo dejarse llevar, dejar que el viento sople en tus velas y no oponer resistencia.
Dejarse llevar.

Dejarse llevar.

Dejarse llevar.

Dejarse llevar.

Dejarse llevar, pensando que quizás lo mejor sea no desear nada, porque si deseas algo con todas tus fuerzas, obtendrás todas las demás cosas inalcanzables del universo, todo lo demás. Lo que no te importa una mierda.




Sin acritud, chicas. Jódete Simio. En estos momentos siento que podría aproximarse una buena hostia.
Una hostia más que merecida. Quizás la siguiente entrega lleve por título: "Hostia en el Campus"

Gracias de antemano.


Buenas noches.

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