jueves, 3 de octubre de 2013

Mi primera vez

—Te lo digo en serio, joder, mañana trabajo —insistí por enésima vez—. En serio, baja del coche.

—No encuentro las llaves —insistió—, no estoy de coña. Al final voy a tener que dormir contigo esta noche JAJAJAJA, ¿no te apetece? —y volvió a sacar una de las manos de su enorme bolso y con ella buscó mi pene—.

—¡Eh, para! —grité apartando su mano—, baja de una puta vez del coche o te voy a sacar yo.

—Vale, vale. Que nervioso te pones. Podrías subir conmigo a casa.

—¿A tu casa? —exclamé—, pero ¿y tus padres, tu hermana y tus sobrinas? ¿Estás loca?

—¡Bah! No les importa, ya les he hablado de ti, de cómo eres, de dónde trabajas y todo eso. Y ¿a que no sabes que me han dicho? —preguntó—.

—Sorpréndeme —suspiré—.

—Que a ver si le vamos dando primitos a *** y *****. JEJEJEJE


Palidecí.



No se como habíamos llegado a aquella absurda situación. Ni siquiera se qué cojones hacía yo con aquella zorra loca, pero la cuestión es que habíamos estado saliendo juntos un par de semanas.
Aquella perra estaba como una puta cabra, algo en su mirada lo advertía, pero yo estaba demasiado ocupado mirando su vestido azul eléctrico y sus pechos rebosando por el escote.
En aquellos momentos yo estaba demasiado ocupado sintiéndome una estrella del Rock. Precisamente en aquél mismo instante, estaba muy ocupado bebiéndome con unos amigos la cerveza número dieciocho de la noche, celebrando haber terminado de grabar unos temas bastante buenos, temas que yo había compuesto en letra y música.
Joder, estábamos allí bebiendo, riendo, y yo me sentía enorme, tenía una erección constante, y ya habíamos empezado a girar, habíamos dado unos buenos bolos y en ninguno de ellos me había subido sobrio al escenario, y en el mejor de ellos iba tan pedo que me arranqué el piercing de la ceja y sangraba como un cerdo en el escenario. Fue espectacular. Eso se llama vivir el sueño.

Por una vez, las cosas parecían ir a favor de mis deseos, y yo estaba allí, rodeado de mis amigos y amigas, y me entretenía apostando con mi amigo **** a que sería yo quien se tiraría primero a la novia de David, pero sin malos rollos, es que ***** era una tía divertida, o quizás solo tenía algún problema de visión y por eso parecía que ponía ojitos a todo el mundo constantemente.
Daba igual, yo estaba allí y de repente aparecieron esos dos vulgares pedazos de carne. Y mi amigo conocía a una de ellas, y se acercó y volvió diciendo que una de ellas estaba preguntando por mi.
Yo solo podía ver carne, sentía que el mundo se iba a acabar antes de ayer, y no había tiempo que perder, no podemos perder el tiempo, pequeña. 
Era una carrera, íbamos a contrarreloj, no podíamos dejar nada por hacer, así que miré un par de veces, evalué y me pareció una maniobra ejecutable, decidí que me apetecía follármela, ***** era rubia, sobre 1´75, iba casi desnuda, ¡eran unas chonis! pero allí donde estábamos eran una nota de color.
Allí donde estábamos el ambiente era totalmente Hippy, eran gente muy New Age, es decir, tías feas muy tapadas, así que nos largamos.
Mi polla había decidido por mi, joder estaba dispuesta a clavar su erección entre esas largas piernas, el tiempo se escapaba, ¡tenemos que hacerlo ya!

No puedo decir nada malo de aquella noche, excepto que cogí el coche en unas condiciones nada aptas, por lo demás no me enteré lo suficiente de nada como para quejarme.

Comencé a sospechar dónde me había metido las siguientes veces que quedábamos, para empezar, a pesar de que sus tetas eran un increíble lugar en el que correrse, y de que sus piernas y trasero eran fuertes y tersos, su cara empezó a no convencerme demasiado, pero no soy un tío tan superficial, podría haberlo soportado si no fuera por el factor determinante: Su conversación.

No tenía ni puta idea de nada, recuerdo haberlas recogido para ir a la playa, se empeñó en ir a una playa increíble a la que siempre iba con sus padres, su hermana de veintiún años y con dos hijos y el novio de esta, todos los domingos en la ¿¿¿Furgo??? (¿Qué cojones?).
El caso es que de camino a la playa (Fue uno de los pocos ratos en los que desde que nos conocimos, hasta entonces, no tenía mi polla en la boca o no estaba gimiendo mientras la embestía en el asiento de atrás), comenzó a hablar y la magia desapareció.

—Qué tal hoy en el trabajo? —preguntó—, ¿ha ido bien la cosa?.

—Infumable, en cuanto pueda dejo esa mierda —contesté desganado mientras intentaba escuchar "You cant always get what you want" en la radio—.

—¡Anda ya! —respondió ofendida—, si seguro que ahí lo tienes que ganar estupendamente. Además,. tendrás que cambiar de coche, ¿no? Este es una chatarra.
¿Sabes que coche quiero comprarme cuando pueda? 

—Me muero de la intriga —bostecé—.

—Un Seat León. El novio de mi hermana tiene uno y lo está tuneando. Podríamos ponerle nuestros nombres detrás con pegatinas si te compras uno, ¿no te gustaría tener un Seat León con nuestros nombre?

—Acabas de describir el sueño de mi vida.

—¿Te importa bajar eso un poco? Qué música más rara escuchas tío, ¿tu no seras un "friqui" de esos, no?

—Vaya, me has descubierto —confesé— oye, ¿sabes qué me apetece? —pregunté y fijé mi mirada en mi entrepierna—, prometo avisarte cuando lleguemos a la playa. Palabra.

No se ni cómo cojones funcioné. Después del descubrimiento que acababa de hacer, ¡Dios! Había adoptado a una imbécil, tenía que deshacer el entuerto, pero de momento...mmmm......joder...sabe hacer bien su trabajo.
Cuando llegamos a la playa, ella ya había merendado, y yo estaba algo más relajado, podía pensar en cosas agradables que me evitaran oír sus gilipolleces.

De repente, cuando llegamos a la playa comenzó la segunda parte del drama. Era cierto, tenía amigos en esa playa...Y qué amigos.

En un momento estaba saludando a miles de "Canis", "Shurmanitos", A cadenas de oro que reposaban sobre perchas humanas, a dentaduras jodidas, a portadores de un léxico algo distorsionado y de unas costumbres de mal gusto, de un terrible gusto.

Estuve tentado de darme a la fuga, correr al coche y dejarla allí con aquella tribu, pero la verdad es que temía por mi integridad si hacía eso.
Lo único bueno que pasó es que al cabo de una hora o así, como en una especie de ritual, se largaron todos esos especímenes y nos quedamos solos.
Aproveché la ocasión, al principio estaba amargado, algo cabreado, tumbado en la toalla mirando la puesta de sol, pensando "Se te ha ido la mano, chaval. Esto ya no es Rock and Roll", de repente ella se tumbó con su minúsculo bikini justo encima de mí.
Se tumbó boca abajo encima de mí, y al cabo de un segundo, un segundo después de que sus pechos se apretaran contra mi, comenzó a follarme sin follarme. Empezó a realizar algún extraño tipo de movimiento pélvico y yo sentía como a través del bañador, su coño atrapaba mi erección, cómo me masturbaba de aquella extraña forma, así que cuando disfruté el tiempo reglamentario, me levanté bruscamente y la coloqué como lo que era: una sucia perra, y la follé con toda la rabia del mundo, iba a pagarme mi falta de sentido común, iba a pagar por el mal trago de aquella tarde, iba a pagar por haberse colado en mi entrepierna.
Y le estaba encantando pagar el precio de aquello, no quedaba un alma en la playa, solo nosotros, y su voz resonaba, y chorreaba a lo bestia, sentía que me mojaba las piernas y yo no hacía más que embestir, estaba realmente cabreado, agobiado, había perdido el control y me había metido en algo que me hacía sentir sucio, un imbécil, un payaso, había bajado diez peldaños en la escala de lo que molaba, la había jodido y no podía soportarlo.
¡Joder! Me da por repetir más de una noche con una en mi ascenso en el mundo del Rock and Roll y elijo este pedazo de imbécil. No podía perdonármelo. Yo merecía acertar, merecía haber acertado al primer intento, aquello debería haber sido un polvo salvaje con una tía interesante, con una tía perversa, culta, atractiva, inteligente, dolorosa y no esa escena tan vulgar. El polvo más triste del mundo.

Solo quedé con ella en un par de ocasiones más, y estrictamente para follar, ni una copa, ni vayamos a este sitio ni nada, siempre estaba muy ocupado, y entonces llegó aquella noche. 
La noche a la que hago referencia al comienzo de esta historia, veníamos de follar de nuevo, y ocurrió el traumático suceso.

Como podéis imaginar la largué. Pensé que quedaría ahí la cosa, joder, un fallo lo tiene cualquiera, nos olvidaríamos de aquello y a seguir con nuestras vidas.
No podía ser tan fácil. No en esta vida. Ella se obsesionó conmigo. Perseguía a mis amigos preguntándoles por mí. Averiguó donde vivía entonces y hacía guardias esperándome por allí. A mis amigos les hacía mucha gracia y me llamaban a casa y se hacían pasar por ella, o venían a visitarme y cuando llamaban al portero gritaban mi nombre para que lo oyera ella que siempre pululaba por allí. Eso sí, venían con birra, siempre venían a verme con birras y buenas historias así que no me molestaba demasiado.

Solo me he acordado de esta historia porque he encontrado un viejo cuaderno en el que Carlos me escribía una frase llamándome por el mote que me pusieron a raíz de aquello, un mote que creo que ninguno de ellos recuerda ya, y gracias a Dios no leen este blog. Un mote algo fálico y sobre la adicción que causé en aquella chica. En fin, ahora me río, porque tengo que reírme si quiero sobrevivir, es una etapa rara y no entiendo nada de lo que está pasando.

*Las faltas de ortografía en boca de la chica son a propósito para ilustrar lo peculiar de su lenguaje; p.e."Friqui".




Buenas noches.

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