miércoles, 28 de agosto de 2013

¡Feliz Cumpleaños!

Imagino que no os sorprenderá saber que en cada cumpleaños que se celebra en el mundo, siempre hay un niño que derrama el refresco en la mesa, de forma inconsciente, con un rápido movimiento de brazo.
Al menos en aquella época que podríamos llamar mi infancia, sucedía así. No se si ahora se siguen celebrando cumpleaños para los niños a la vieja usanza, igual ahora se celebra por vídeo-llamada y soplan las velas desde sus Nintendo DS. Me da igual, me la trae realmente floja. Esta noche me da igual todo, y no tengo ningún motivo, no debería estar así, pero supongo que algunos recuerdos, es lo que tienen.

Cuando me asaltan estos recuerdos de cumpleaños, una tormenta de fotogramas de personas con pelos cardados, maquillaje en abundancia, pellizcos en las mejillas, tirones de orejas, batidos de chocolate ,vainilla y fresa, y manteles de cuadros, me invade una sensación de profunda tristeza que evita que pueda dormir.
A veces, en lugar de fotogramas, lo que me viene a la cabeza es el primer plano de un vídeo casero que capta sonrisas forzadas, situaciones domésticas sintéticas, y la voz de mi padre que no aparece en el vídeo, va narrando lo que el objetivo capta.
No es nuevo esto del desvelo por la tormenta de recuerdos, ocurre bastante a menudo, como ocurren a menudo cosas increíbles en mi vida. Como has ocurrido TU. Pero no podemos ignorar la otra cara de la moneda, también ocurren cosas terribles constantemente, a veces ni siquiera ocurren, es solo su recuerdo, que vuelve para torturarme, y yo había encontrado una cura: mantener mi cabeza ocupada, y mi cabeza siempre ha estado en mi polla, y si la tenía ocupada o fuera de servicio, recurría a sustancias ilegales, a músicas ilegales, a sexo prohibido, a llenar el vacío. Pero nada sirve.

Realmente nada sirve, asumamoslo, el lobo estará siempre acechando, y cuando más tranquilo esté, se me enganchará de nuevo al cuello. Y me gusta. Me encanta mi lobo, porque me lo has dado todo, y me lo has quitado todo. Porque por ti no soy todo lo que debería ser y no quiero ni nunca querré ser.
Tenemos que aceptarlo, soy todo lo que vuestros padres no querrían para vosotras, niñas. Soy el hijo que nunca querríais tener. 
Puede que parezca que si que lo deseáis, que os resulte misterioso, intrigante, seductor, profundo, y tengo que reconocer que lo soy. Pero no queréis conocerme, hacedme caso: NO QUERÉIS LO QUE YO TENGO.
Estoy cansado de advertíroslo, estoy agotado de sentirme como un puto vidente, os aviso siempre de todo lo que hay, de lo que pasará: Tengo un pene Cactus, si te acercas demasiado a él, acabarás herida. 
Y todas acabáis heridas, una detrás de otra. Guardo en mi habitación una montaña con vuestros corazones rotos, lastimados, gimiendo, agonizantes, y cada vez que los miro, me provocan una erección.

Tengo que reconocer que a veces me habéis hecho dudar, cuando era más joven en todos los sentidos.
A veces me hicisteis llegar a creer que podría tener un/a compañero/a de viaje, alguien que de verdad podría asumir lo que soy y aceptarlo, pero os vi caer, uno y una detrás del otro, os vi caer.
Intenté ayudarte a ser un león, y me equivoqué, porque una oveja nunca puede aprender a ser un león y vivir con ello, me equivoqué. Me equivoqué y te robé a tu chica, y llegué a quererte casi como un padre debería querer a su hijo, y reducías mi soledad, pero ella era una leona y podría haberte destrozado, pensé que tenía que hacerlo yo. Cuando viste lo que soy, tu tampoco pudiste soportarlo.
Para que quede claro, no me arrepiento de nada. No me arrepiento ni de lo que soy, ni de lo que hice, absolutamente de nada. Joder, solo digo que deberíais escuchar un poco las advertencias que se os hacen, o al menos luego, no os quejéis.

De cualquier modo eso me da igual, ahora estoy aquí tecleando a una cuarta parte de la velocidad normal, porque como decía, los recuerdos han vuelto, benditos recuerdos, y yo he salido un rato a tomar el aire y me he acordado de ti, de que ya no estás y he golpeado la pared multitud de veces. La he golpeado con mis puños cargados de rabia y ahora no puedo teclear. Y tu no has vuelto, porque la muerte es de acero, y ahora mis nudillos empiezan a hincharse y ella no quiere traerte de vuelta. 
Me he acordado de ti, y ya no estás. Me he acordado de ti al recordar que yo soy ese niño que derrama el refresco en los cumpleaños y eres tu el que se ha marchado para siempre.
Y la cadena de recuerdos me ha llevado hasta aquél cumpleaños en el que me salvaste, como tantas otras veces hiciste, porque yo era un niño extraño, abusado, sin miedo, sin risa, sin llanto, sin amor, sin compasión, yo era un jodido niño extraterrestre, ajeno a vuestros convencionalismos, y tu me guiabas.

Toda esta cadena de recuerdos me arrastra a aquella tarde, en el cumpleaños de "Virginia, la Gorda".
A ninguno de los allí presentes le gustaba Virginia. Cuando teníamos Educación Física, todos la evitábamos en las clases posteriores, tantísima carne, tantísimo sudor, una enorme bola de remordimientos de 16 años.
De verdad que la odiábamos, si en lugar de en una escuela pública nos encontráramos en la Isla de "el señor de las moscas", de Golding, la habríamos empalado o habríamos destrozado su cabeza con una roca.
La cuestión es que allí estábamos todos, las chicas de clase que aún soportaban acercarse a ella por compasión, las drogas, una casa vacía, los chicos, que estábamos allí por el alcohol, las drogas y las chicas (Exceptuando a la gorda), y su hermano, un jodido matón.
Cuando los padres de Virginia se separaron a ella le dio por inflarse a lo zepelín y a su hermano le dio por ponerse como un toro para derrochar su frustración en golpes varios a diestro y siniestro.

Puedo recordar cada detalle, es como si estuviéramos allí de nuevo, puedo ver aquella chispa en vuestros ojos, la llama de la inquietud en tu rostro, eramos tan diferentes.
Te encantabas tal y como eras, te encantaba que tuviéramos alcohol, te encantaba el hip hop, y tu ropa ancha, tus pantalones holgados y la camaradería, te encantaba formar parte de un "tribu", eso era suficiente para ti. A mi me ocupaban otros menesteres, tu tribu no me aceptaba, no entendía mi existencia, ni siquiera comprendían mi manera de respirar. Yo me follaba vuestros ritos, vuestra camaradería, vuestra ayuda mutua, vuestra caza en manada. Pero a ti te quería, te quería muchísimo.
Mientras hacíais las correspondientes demostraciones de virilidad, yo solo me sentaba, les susurraba, solo tenía que mirarlas del modo en que querían ser miradas, solo tenía que despertar a la bestia que les arañaba desde su interior. Tus amigos me odiaban por eso, por tenerlas siempre orbitando mi planeta, porque a ojos de tus amigos yo era extraño, malvado, siniestro, un saco de huesos engreído, y ellos eran buenos.
Me encanta ver lo buenos que os consideráis todos.

El cumpleaños se desarrolló como estáis imaginando, la típica fiesta clandestina de cumpleaños de unos chavales en plena transición, puro fuego.
Poco a poco, la sucesión de rituales fue progresando, en el siguiente orden: Formalismos, selección de los afines, camaradería, juegos de alcohol, juegos con drogas y por último, como colofón, juegos de exploración sexual.
Una vez intoxicados y desinhibidos, comenzaron los juegos de iniciación sexual, primero una botella que gira indicando qué dos jóvenes debían besarse, luego besarse con o sin lengua, etc.
En realidad todos sabíamos por las miradas quienes querían besar a quién, quienes se deseaban desde anteriores aventuras, y quienes simplemente querían al menos besar o ser besados por una vez en su vida.
Podía sentir la excitación en vosotros, expectantes. Podía sentir (y oler) la ilusión en Virginia, una ilusión por sentirse integrada que me daba asco, asco y ganas de vomitar, y de morir, y de matarla, porque todo era falso, todos rezábamos por no tener que besarla, todos estábamos allí por puro interés, todos hubiésemos dormido estupendamente esa noche si ella se hubiese caído muerta allí mismo.
Pero ella sonreía, y yo podía ver el pudor en sus ojos, y se ruborizaba cuando la besábamos, y dios sabe que yo intentaba hacerlo bien, quería que se sintiera querida, daba lo mejor de mi, la follaba con mi lengua, pero no podía evitar sentir repugnancia entre tanta hipocresía.

A medida que la noche avanzaba, los juegos se iban volviendo más y más íntimos, ahora ya no había que besarse de ninguna de las maneras allí, delante del resto del grupo, ahora, los dos elegidos debían marcharse a una habitación vacía y "enrollarse" (lo mismo de antes pero con un poco de tocamientos varios).
Como era de esperar, en este nivel del juego, Virginia, teniendo conocimiento de que nadie querría manosear su voluminoso cuerpo, se negaba en anticipación a que lo hiciera el otro elegido, para evitar la bochornosa situación (El poder de las masas, conseguimos que tu misma te negaras a ti, a lo que eres).
A mi me jodía enormemente esa situación, Virginia era la casilla de vuelva al comienzo de la Oca, le daba vidilla al juego, pero en fin, supongo que lo creíste lo mejor, pero debo decir que preferiría haber tenido que follarme uno de tus michelines a ver como te negabas a ti misma, a lo que eres. Fue un espectáculo realmente degradante.

Todos los chicos queríais a María, os moríais por ella. María hacía grafittis. María fumaba Hachís. María escuchaba la música más prohibida. María conocía la historia de los personajes más crueles y despiadados del panorama MTV. Los padres de María se habían divorciado. María era toda una joyita, y a María le gustaba el chico extraño, el chico que hablaba bajito, le gustaba el joven flacucho de habla post-coital. "Deberías trabajar en la radio" decía. María había follado con multitud de muchachos que ninguno conocíamos, durante las vacaciones de verano. María no paraba de mirar al jodido flacucho de mirada intensa y sonrisa traviesa. Y vosotros queríais matarme, porque algo diferente no puede venir a robaros lo vuestro, porque sois más y sois todos geniales, pero tu los disuadías. Gracias, creo que nunca te di las gracias por evitar que me mataran constantemente, aunque igualmente yo ya estaba muerto por dentro.
Y no se puede matar lo que ya está muerto.

Como estaréis imaginando, llegó mi turno, me tocó entrar en la habitación con María, la chica que follaba en verano con tipos desconocidos, la chica que llevaba preservativos en la cartera, la chica de las calaveras y las cruces invertidas, la Riot Grrrrrl.
Entramos en silencio en la habitación, y tras cruzar la puerta yo me quedé de pie, justo en frente de la cama que había al fondo, esperando, quería jugar por una vez según las reglas.
Ella se sentó en la cama, y con un movimiento de su dedo índice, me indicó que me acercará hacia allí, y yo me acerqué, en ciertas cuestiones puedo resultar un tipo realmente complaciente.
Me atrajo hacia ella, comenzamos a besarnos y yo la embestí de manera que caímos tumbados en la cama, yo sobre ella. Ante este movimiento ella colocó sus manos en mi trasero y comenzó a empujar rítmicamente mi notable erección contra su entrepierna, juego bastante doloroso si tenemos en cuenta que estábamos completamente vestidos (cosa que yo no comprendía). 
Así continuamos unos minutos, todo era saliva, mordiscos y movimiento rítmico. Luego, cuando ya no lo soportaba más comencé a quitarle la camiseta, dejándola en sujetador y a continuación descubriendo sus pequeños pero excitantes pechos. Ella hizo lo mismo conmigo. Aquello encendió aún más el fuego, no lo sabía pero estaba quitándole los anclajes uno a uno a una bestia difícil de controlar.
Le desabroché los tres botones de su pantalón, y cuando iba a bajárselo para que dejará de destrozarme el pene (aquello se había convertido en un juego consistente en pasar mi polla por un rallador), ella me apartaba las manos y sonreía, y yo le besaba la cara y ella lamía mi lengua, ambos sudábamos y nos retorcíamos, y aquella pequeña resistencia hacía todo mucho más excitante, yo no podía parar de lamer sus pechos y ella estaba efervescente, pero se negaba a perder el control, volvía continuamente y yo podía sentirlo, así que la encendí más, y más, y más, y más, hasta el punto en que ella misma me desabrochó mi pantalón y luego introdujo su helada mano en mis boxer.

Dudo mucho que hubiera tenido otras pollas en sus manos, tocaba aquello con una delicadeza-brutalidad que me indicaba que no sabía bien que hacer con aquello, así que decidí ayudarla un poco.
Le bajé finalmente sus pantalones y comencé a frotar mi durísimo cacharro por su sexo sin bajarle las finísimas bragas transparentes que llevaba y ella se retorcía ante tal fricción, y gemía y se ahogaba en rebufos.
A veces ella misma marcaba el ritmo, me la quitaba de la mano y la introducía más y más y cuando yo empujaba para consumar la penetración, ella de repente volvía a tomar el control y la sacaba de nuevo (joder, con tanta descordinación y tira y afloja casi me corro antes de empezar).
Finalmente aparté a un lado la ligera prenda que ocultaba su sexo adolescente e introduje mi polla sin ninguna dificultad en aquella chorreante vagina a la vez que pasaba mi lengua por su cuello, subiendo hasta su oído, a lo que ella respondió, primero con un gemido intenso de placer, y luego con un empujón brutal y una variedad de patadas de algún arte marcial desconocida que me lanzó despaldas contra el otro extremo de la cama.
María se puso la ropa mirando al suelo todo el tiempo, creo que lloraba, tenía mucha prisa, y mi erección se fue al carajo.
Salió de la habitación y ahora todo eran gritos, y llantos, y todas esas cosas que tanto os gustaban.
Respecto a mi, si no hubiera sido porque sospechaba que de un momento a otro entraríais con tridentes, antorchas y horcas, me hubiera masturbado, porque estaba realmente caliente, fue bastante cruel que me dejara así.
Tal y como esperaba entrasteis en la habitación llevando la heroicidad a nuevos niveles, podríais haberme pegado, o matado, podríais haberme cortado la polla, si hubierais hecho alguna de esas cosas, el mundo no se habría perdido algo esencial y a mi no me habríais cabreado demasiado, creo que en parte deseaba que lo hicierais con toda mi alma., pero tu me salvaste. Me salvaste una vez más, y yo no he podido salvarte a ti.
Ahora te pongo velas dos veces a la semana, como un puto meapilas de esos que tanto odiábamos.

Ahora me sangran los nudillos, pero me siento algo mejor. Gracias por salvarme, no estuvo mal, las cosas por aquí no van tan mal, en serio, deberías verme ahora.
Sigo siendo extraño, siniestro, egoísta, maniático, paranoico, hipocondríaco, borde, flaco, alto, intolerante, elitista. Todo eso y mucho más, pero de verdad que ahora no está tan mal.
Te hecho de menos tío, te hecho de menos y me sangran los nudillos, y pensarán que estoy loco porque ahora me siento mejor, después de machacarme la mano contra la pared, pero me siento mejor, y además, siempre lo han pensado.

Me sacaste de allí sin que me pasara nada, y los chicos me gritaban, y yo les sonreía, y las chicas me abrazaban y me contaban historias, se disculpaban por la actitud de maría. Porque sus padres se habían divorciado. Porque pintaba con Spray. Por sus calaveras. Porque el día después de recibir la primera comunión en Jaén, su ciudad natal, su tío y su padre, borrachos, se encerraron con ella en una habitación y la tocaron. Y se sacaron la polla. Y la obligaron a que se las besara. Y ella era todo sal. era semen y lágrimas.
Y yo había metido la pata una vez más.

Voy a dejar de aporrear teclas, estoy agotado y te hecho de menos, y la hecho de menos, a mi sexy máquina de rayos X, a la que me ve por dentro y no sale corriendo, a la que cuando lea esto, pensará "lo sabía" y seguirá tranquilamente con su vida.
Espero que estés bien, hermano, siempre supiste cuidar de ti.  de todos a los que querías, yo no te olvido.

PD: No se si habrás visto por ahí a "Virginia la Gorda", me contó hace poco un tipo que estaba el dichoso día del cumpleaños, que hace ya un par de años que Virginia saltó al vacío desde una planta 6. Espero que no pillará a nadie debajo. Su hermano está en la cárcel. María está felizmente casada. Con una mujer.



Buenas noches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario