lunes, 19 de agosto de 2013

Profecía de una unión apocalíptica

—Descaro. Menosprecio. Extravagancia. Grosería. Prepotencia. Irreverencia. Caprichos. Contradicción.   Oposición. Desobediencia. Insolencia. Desverguenza. Resistencia. Rarezas. Manías. Atrevimiento.  Impertinencia. Rechazo. Burla. Locura.

—¿Estás de broma no? ¿Aqué viene esto ahora?—preguntó un poco desconcertada—, se bien como eres, no hace falta que me vengas con esto. Además, a mi no me la cuelas, quizás esa imagen de artista taciturno, solitario y maniático te funcione con los demás, incluso tengo que reconocer que al principio es lo que me atrajo de ti, pero se que ahí dentro de hay mucho más que llevas escondido.

—En serio, escúchame porque estoy cansado de reproches. No me importa para nada reconocer las características que tu llamas "mi imagen de artista", y ¿De verdad crees que reconociendo sin ningún tipo de pudor unas cualidades como esas, lo que llevo por dentro y me guardo para mí es algo bueno? ¿No crees que de ser así lo iría pregonando? 

—Lo que tu digas. Avísame cuando termine tu numerito. ¡Joder, a veces no sabes cuando parar!

—Oye, yo no he buscado nada de esto. Quiero decir, no me hace especialmente feliz ser así, pero la verdad es que ya me he acostumbrado a mí mismo y me encanto. He encontrado la forma de coger este saco de vicios y virtudes y sacarle provecho, o al menos, a no morir en el intento de llevar el tipo de vida que deseo llevar.

—¿Te importo algo? —preguntó con los ojos inundados.

—Es esto lo que quería evitar, por eso las advertencias —dije exhalando un suspiro de agotamiento—. Todo me importa. Hace una hora, cuando estábamos en el pub, lo que más me importaba en el mundo era meterme en tus bragas. Luego, una vez vinimos a tu piso, lo que más me importaba del mundo era satisfacer el deseo para ambos, darlo todo, fundirnos en el placer más absoluto.
Lo que quiero decirte con esto es que mis prioridades cambian constantemente, no se pueden predecir porque varían en función de la situación, si tan bien dices conocerme ya deberías saberlo.

—Eres un hijo de puta cruel, un ególatra de mierda. Lo sabes , ¿no? —dijo con una sonrisa empapada en lágrimas—, perdóname ¿vale?, Dani y yo no estamos muy bien ahora, además pasa mucho tiempo fuera, en misiones y cosas así y me siento sola. Me acuerdo mucho de ti.

—Sabes que puedes contar conmigo, no me pareces una persona demasiado horrible —dije mientras fingía estrangularla—. Por un momento me has asustado, ¿sabes?, me están pasando cosas raras últimamente.

—¿En serio? ¿Arrepentimiento? ¿Has conocido el sabor del remordimiento? A lo mejor te estás convirtiendo en un ser humano —bromeó.

—¿Acaso puede un león arrepentirse de ser lo que es? ¿Puede arrepentirse un cocodrilo de devorar a un Ñu? ¿Se arrepentiría una serpiente de devorar pequeños mamíferos para mantenerse con vida?
Simplemente se trata de equilibrio —añadí—, de alguna manera se tiene que equilibrar tanta hipocresía y vulgaridad que arrojáis al cosmos cada día.

—Sigues estando como una cabra. Anda, cuéntame qué es lo que te pasa.

—Bueno, no es sencillo. Se trata de alguien —dije mientras jugaba nerviosamente con una pieza de su ropa interior entre mis dedos—, de alguien diferente.

—¿Alguien diferente? ¿Puede ser esto lo que yo creo? —gritó mientras comenzaba a pellizcarme lanzándose encima de mí.

—Para, en serio. No es lo que tu crees. Bueno, en realidad no se lo que es. Creo que ella también es diferente.

—Tiene que serlo. Estamos en la cama después de echar un polvo que debe haber ofendido al mismísimo Dios, desnudos, fumando esta hierba cojonuda, y me empiezas a hablar de ella. Estás pensando en ella. Joder, deberían darle un premio. "La mujer que taladró con su coño el muro de hormigón más grueso del mundo" 

—No, para nada. No bromees con esto joder. Ya me cuesta bastante pensar en ello. Aún no ha taladrado nada —dije incorporándome.

—Estás de coña, ¿no? —sobreactuó poniendo los ojos como platos—, ¿me estás diciendo que estamos hablando de otra mujer a la que ni siquiera te has tirado después de joder conmigo?

—Lo siento, no te enfades.

—No me enfado, es que no puedo creermelo. Este no eres tu. Si no me hubieras pegado semejante viajecito hace unos minutos pensaría que te han abducido o algo así. Cuéntame más.

—No se si quiero hablar de esto —dije buscando con la mirada mi ropa, deseando vestirme y echar a correr— es un poco incómodo ¿sabes? 

—Ni de coña me dejas así. Sabes que respeto tu intimidad más que nada en el mundo, no quiero datos, pero cuéntame qué te ocurre a ti.

—Bueno, no se. Tu ya me conoces, y a pesar de que hace años que lo dejamos, hemos estado en contacto esporádicamente, sabes como soy y mi estilo de vida de estos años. Sabes como funciono. Con las relaciones y demás quiero decir.

—Claro.

—Pues bueno, estoy un poco distinto. Como antes de aprender. Como cuando aún no me había encontrado y era mucho más vulnerable, como cuando no sabía qué hacer con lo que soy.
Mira, igual estoy equivocado y son otras cosas en lugar de ella, no lo se.
La cuestión es que la considero diferente, bueno, no diferente a mi, de hecho yo diría que tenemos cosas en común, demasiadas, pero ella es diferente, hirientemente diferente. Peligrosamente diferente y apetecible.

—¿Tiene rabo o qué? —bromeó.

—Bueno, no voy a definirtela, pero no tiene rabo, espero —dije y nos echamos a reir—, pero si me conoces bien, sabrás que en los últimos tiempos lo único que me ha hecho acercarme a una chica ha sido el querer poseerla, usarla y luego cambiar. Saborear cada cosa agradable de la vida sin más pretensiones, pasar página. Nunca me ha quitado el sueño ninguna de ellas. Nunca me he encontrado pensando en ninguna de ellas sin poder sacarla de mi cabeza. era muy sencillo, muy mecánico, era la búsqueda de la satisfacción física, era demostrarme tener el control, pero pocas veces había algo más que una conversación agradable pre-polvo y algunas buenas fiestas.

—Y por lo que me cuentas con ella no hay nada de nada. De hecho no hay nada de lo que más te gusta en el mundo, tu especialidad. Entonces ¿Qué es lo que te da? ¿Qué te gusta de ella?

—Obviamente conservo mi buen gusto, si no, no estaría aquí esta noche —reímos—, y por supuesto su envoltorio me parece de lo más sexy, es una chica tremendamente atractiva.
Pero hay algo más, algo que ha hecho que no sepa qué hacer, que me dice que nunca tendré suficiente si solo busco en ella lo que voy extrayendo de las demás.
El motivo del cambio, de que piense en ella mucho más de lo que desearía hacerlo, no es lo sexy que me resulte, ni las ganas de tener sexo con ella, que también, el motivo de que esto ocurra, de que me haya roto los esquemas es que hay algo más. Hay algo en ella mucho más fuerte que todo eso. Hay en ella algo nuevo para mí.
Es imposible que actúe como con una más cuando ella en sí es una especie única, y quizás a ojos de los demás pueda parecer el Kit perfecto de problemas para joderte la vida, y seguramente lo será, pero sin duda es algo que la hace única. Diferente. Espectacular. Es un enigma viviente. Es todo lo que la opinión pública teme. Es todo lo contrario a lo que me encuentro por ahí. es todo eso y más, y lo sabe. 
Y le gusta. Y sabe como soy, no imagina fantasías sobre lo que albergo dentro de mi. Puede ver como soy, y le gusta.

—Me pasa a menudo contigo, pero una vez más me dejas sin palabras. ¿Y qué esperas de todo esto?

—No tengo ni puta idea. Estoy jodido, ¿verdad?

—¿Sabes que te lo mereces, no? —y después me rodeó el cuello con su brazo y me atrajo hasta su pecho para reposar allí mi cabeza—. Parece bastante complicado, la verdad. Muy de tu estilo.
¿Vas a estar bien?

—Yo siempre estoy bien.—mentí—, parece mentira que aún no lo sepas.

—Me siento fatal, tu siempre estás ahí para todo lo que necesito y ahora a mi no se me ocurre ni qué decirte.—dijo algo apenada— Bueno, y me pregunto una cosa, si tiene todas esas cualidades tal y como dices ¿Dónde está el problema?

—Ah, ¿que aún no lo has entendido? Ella ha llegado a mi vida, se ha saltado todos mis sistemas de defensa, me ha invadido a un ritmo brutal, me ha dejado totalmente indefenso, me ha convertido en el cazador cazado, en el león domado. He perdido toda mi seguridad, mi protección, con ella nada vale, es como una gran incógnita, es otro nivel.
Eso es solo la mitad, y como comprenderás las cosas de dos no dependen de cómo lo vive solo una de las partes.

—Eso sí que no me lo creo, aún no he visto nunca cómo eras rechazado, y mira que no me han faltado ganas, ¿eh?. ¿De verdad que no la tienes babeando?

—Para nada. Ya te he dicho que esto es otro nivel. No se ni donde me estoy metiendo. En fin, te he contado las dudas y problemas que causa desde mi parte esta situación. Imagina ahora la gran cantidad de problemas que ocasionará a esta historia la suya.

—Parte que no me contarás porque será uno de tus muchísimos secretos secretísimos —entonó en falsete mientras gesticulaba—, ¿verdad?

—Punto para la chica desnuda.

Media hora después me puse mi ropa, me despedí de aquél atractivo demonio de mi pasado y caminé despacio a casa disfrutando de la exclusividad que me brindaba esa hora de la madrugada por las solitarias calles del centro de la ciudad. Disfrutando del aire fresco. Disfrutando del desconcierto. Disfrutando de la incertidumbre. Disfrutando de su imagen en mi cabeza. Disfrutando de la confusión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario