jueves, 22 de agosto de 2013

Pequeñas cosas fundamentales

Justo cuando la tarde comenzaba a morir, conducía de regreso a casa (y no me refiero a la casita de ladrillo, no estoy hablando de una casa física, es de esto de lo que quiero hablaros), y como suele ocurrir cada vez que me lanzo a la carretera en soledad, de regreso de algún destino emocionante, nuevo, terrible, doloroso o esclarecedor, una nueva abstracción se apoderó de mi.

Deberían hacernos pasar determinadas pruebas psicológicas antes de dejarnos conducir vehículos, ya que al menos en mi caso, es imposible cuando conduzco solo, evitar que mi mente se vuelva pura abstracción mientras mis reflejos conducen obedeciendo las órdenes del piloto automático.
De nuevo esta vez me vi envuelto entre una multitud de piezas de puzzle que componían algún tipo de icono o imagen representativa de asuntos metafísicos.

El caso es que no puedo sacarme de la cabeza esa tormenta de imágenes y señales inconexas, para tratar de ordenar mis ideas con respecto al asunto: Las pequeñas cosas fundamentales.
Aunque supongo que os sorprenderá he de deciros que hoy no vengo alimentar al pequeño suicida que lleváis dentro. Hoy no traigo sexo sucio y húmedo para vosotros y vosotras, pequeños voyeurs que os arrastráis por aquí. Hoy no traigo historias del país de nunca jamás, lo siento, niños y niñas frustrados que no conseguís madurar, otra vez será. Hoy no vengo a contar de nuevo lo que desprecio a los anoréxicos mentales entre los que deambulamos en nuestra vida cotidiana, no voy a contar ningún suceso en el que haya tenido que lidiar con esos abortos del intelecto. Solo vengo a hablaros de las pequeñas cosas fundamentales.

Mientras conducía, dejando atrás aquello que hasta el día de hoy ha llenado de satisfacción mi oscuro interior (reconocimiento, superioridad, control, sexo seguro (seguro que hay sexo, me refiero), popularidad, admiración) fue inevitable que me preguntara a qué tipo de causa pertenecía ese cambio de planes.
Vengo a traeros un mensaje de esperanza, a pesar de que os detesto a la mayoría de vosotros, a pesar de que no podríamos aguantar en la misma habitación más de quince minutos sin intentar matarnos, violarnos, acosarnos, aburrirnos, insultarnos, besarnos, defecarnos, devorarnos, etc.

Espero que hoy, como excepción, me permitáis adoptar el papel de predicador y deje a un lado el de cuenta cuentos.
Amigos, hay esperanza para todos. No me malinterpretéis, no quiero que os convirtáis a ninguna religión, ni que me enviéis donativos para que salve vuestras almas (aunque bueno, me encanta el lujo, así que no me importa si de vez en cuando me paga alguien por algo). Lo que vengo a contaros es aplicable a todos vosotros, a todos los lisiados del alma o de la mente, a los mutilados sentimentales, en definitiva, a todos aquellos que os arrastráis entres estas líneas pensando " Joder, no soy el/la único/a".

Sabéis bien mi historia, así que no voy a pararme en eso, conocéis todo lo relativo al "vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver" y conocéis como un puñetero GPS mi camino a la autodestrucción por la ruta del exceso y los placeres.

Pues bien, pequeños depravados y depravadas, voy a proponeros algo: Cambiad por un momento el modo de ver las cosas a nuestro alrededor, de valorar las cosas que nos pasan, las cosas que hacemos, las cosas que nos importan, las cosas que nos satisfacen, del modo en el que nos ha impuesto esa sociedad que tanto odiamos, al modo que os voy a proponer.
A pesar de nuestro rechazo hacia prácticamente todo lo que hoy se ha impuesto como común, hay algo, una mentira aprendida que llevamos cargando todo el tiempo de manera involuntaria: La visión molar de los acontecimientos.
La visión molar de los acontecimientos es aquella visión de las cosas a la que nos ha arrastrado esta vida insustancial y acelerada a la que hemos sido arrastrados, valoramos el todo, el pack, simplificamos demasiado, por ejemplo: Me follo a mi amante = Soy un demonio con mi mujer. Al jefe le ha disgustado mi proyecto=no sirvo para nada. Tengo pareja pero siento algo por alguien nuevo en mi vida= Tengo que medir mis actos (como si se fuera a acabar el jodido mundo) para causar el menor daño posible (gracias por salvarnos a toda la humanidad, seguro que ayudaste a Noé a construir su mierda de arca).

Bien, la cuestión es que este tipo de visión de los hechos puede llevar a un hombre a la locura (o a este blog), aquí todos somos parecidos, hemos encontrado aquello que nos asustaba, lo hemos cabalgado, lo hemos dominado y hemos hecho de ello nuestra arma más letal.
De acuerdo, pero si eso era suficiente,¿por qué estoy alcanzando un nuevo nivel?
Si de verdad eso bastaba ¿Por qué no me sentía lleno quedándome allí, follándome a alguna intelectual adicta al dolor que no parase de repetirme lo placentero que le resultaba agarrarme el mástil (ya, de la guitarra, seguro), si de verdad lo hemos hecho bien y podemos quedarnos en este letargo hasta el fin de nuestros días ¿Qué es esto?

Como supondréis, sintiéndolo mucho, una vez más no tengo respuestas (es mejor cuando cada uno sacamos las nuestras propias), pero sí puedo deciros, que al habernos aferrado con tantas fuerzas a nuestro escudo hemos adoptado la dichosa visión molar: Tía = Sexo= Soy genial= menos mal, tengo un agujero enorme dentro que debe ser alimentado con mentiras y comida ligera para llenar momentáneamente el vacío.

Seguramente podríamos seguir así toda una vida, una vida cojonuda de hecho, pero si no os suicidáis u os detienen antes, en algún momento, llegará algo/alguien a vuestras vidas que cambiará todo lo que dabais por hecho, pondrá vuestro mundo patas arribas, y cuando vayáis recobrando el equilibrio después de la tremenda hostia que os soltará en vuestra primera colisión, cuando la estabilidad vuelva y podáis ver con un poco de claridad, descubriréis que os han regalado el don de percibir esas pequeñas cosas fundamentales para una existencia satisfactoria.Para la vida plena. Para extraer verdaderamente todo el jugo. Para un nuevo nivel de felicidad, dolor, verdad, mentira y madurez en general.
Os brindará el don de la visión molecular.

En mi caso, tras encerrarme en tinieblas, ella llegó, tal y como tenía que ser. Ella provocó en mi la colisión de la que os hablaba, el desconcierto, el reajuste.
Mi colisión fue brutal, la recibí a pecho descubierto ahogado en mi vanidad pensando que saldría victorioso frente a semejante supernova. 
Llegó envuelta en su fulgor, vestida de todo lo atractivo para mi, de exclusividad, con unas cualidades tan inquietantes como únicas y deseables, una verdadera rara avis que no pensaba dejarse vencer para ser capturada y enjaulada, y así debe ser.
A pesar de haberla definido como una super nova por la energía que sentí en ella en nuestra colisión, sería más correcto decir que era una tremenda erupción volcánica, lava ardiendo exclusivamente para usted, directamente traído del centro de la tierra, allí donde reina, suelen llamarla Lucifer, y finalmente a sus brazos me entrego.

Lucifer, erupción (si pienso en ella incluso resulta excitante) o supernova, da igual, es la testigo del mensaje que te introduce en un nuevo nivel, te saca a rastras del matrix que has construido ladrillo a ladrillo y te deja indefenso, desnudo a la intemperie y te impregna.
De ahí la cuestión anterior, ¿no era suficiente ese modelo de vida que nos habíamos construido? Siento comunicaros que después de cruzaros con vuestra Lucy particular estáis jodidos, nada volverá a ser lo mismo.

Ella os brinda la visión molecular del mundo, porque con ella una cita no es un polvo, una boca no es una mamada, con ella nada es lo que parece y todo es lo que debe ser (lo que debe ser dentro de su caos), y tu no tienes más remedio que ser arrastrado placenteramente a su infierno.
El don de esta nueva visión hace que con ella desgloses cada parte de cada momento para saborearlo bien, no quedas con ella, disfrutas de sus miradas indiscretas, deseas morder sus labios pero te resistes, sueñas con la oportunidad de rozar sus suaves manos, matarías por rozarte con su piel, morirías por entrar un segundo en su cabeza y verte allí, de cualquiera de las maneras.
Matarías por formar parte del más breve de sus sueños. Todo eso lo saboreas de ella cuando adquieres la visión molecular, y es por una razón: Nunca podréis tenerla, nadie nunca podrá. Igual que ha llegado se marchará, de ahí que te brinde ese nuevo don.

Al diseccionar cada una de sus virtudes, disfrutas de su existencia, ella hace más sencilla mi estancia en este planeta, hace que me me moleste menos la existencia de vosotros, tarados psicóticos que inundáis las televisiones. Hay tanto en ella que admirar, atrae tanto tu atención, que ya no importa si te corresponde, no importa que se marche un día, no importa que te odie, ella está ahí fuera, está respirando, ella es una verdad hiriente en este pozo de mentiras. Ella es una llamada de madrugada en esta casa donde llevamos siglos dormidos. Ella es la confortable casa donde este perro abandonado, huesudo y lleno de pulgas encuentra cobijo.
No os aferréis a lo imposible cuando llegue vuestro momento, haced lo que tengáis que hacer, llegad hasta donde tengáis que llegar, pero luego no os frustréis, pensad que ha estado, pensad que sigue ahí fuera, iluminando con sus llamas que derriten, pero que son de verdad, no hay nada sintético en ella, iluminando una pequeña parte del mundo.

Así que de momento, pequeños y pequeñas, no desesperéis, aferráos a lo que podáis, haced lo que tengáis que hacer, pero que nadie os vea.

Ella siempre llega, y una vez que llega, aún cuando no está presente, ella está presente.

Buenas noches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario