domingo, 18 de agosto de 2013

Marcapáginas



De nuevo me encuentro
recorriendo este camino
tantas veces transitado
Cargado con mis pertenencias
maletas llenas de sueños, ilusiones
y un corazón, tantas veces destrozado

Mientras recorro esta autopista,
que no parece tener final
salen haciendo autoestop
los fantasmas de la vanidad

Con el silencio como copiloto,
no se vislumbra el horizonte
pero me siento bien aquí
se bien a donde me dirijo
hacia el dolor y el engaño,
he estado antes allí.

Hay señales que me indican
“date la vuelta ahora”,
puedes cambiar el final.
pero piso el acelerador a fondo,
parece que de algún modo
estoy ansioso por llegar.

El camino hasta tus brazos,
que me prometen la paz
siempre es el mismo con distinto nombre,
la misma vieja carretera que lleva a la misma ciudad.

Danos un instante de tregua. Para de amartillar corazones.
Deja que nos calcinemos en los momentos álgidos de la pasión.
No nos hagas extinguirnos lentamente.
Sálvanos de la mediocridad. Sálvanos de las rupturas famélicas y dóciles.
Róbanos el aliento en cada beso, en cada madrugada, deja que nos consuma el amor prohibido
Queremos ser figuras de cenizas en plena expresión del deseo,
Muriendo de placer entre las llamas de lo insultante, de lo prohibido,
De los pecados, de lo que asusta, de lo inseguro, de lo que hiere,
De lo verdadero.
Líbranos de la comodidad y la seguridad.

Nunca me cansaré
de encontrarme
justo al final del camino
sacando de mi boca
los restos
de tu corazón mal herido

Voy a seguir
una y mil veces
cada uno de los recorridos
puedes quedarte
si quieres,
los caminos sencillos y anodinos

Yo, mientras tanto
seguiré buscando y buscando
mi destino

No hay mucho tiempo para pensarlo
¿Puedes oír el rugido?
Estoy llegando a tu ciudad
¿Subes conmigo?

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